San Antonio de los Cobres cuenta con tres hoteles y una decena de hospedajes que completan unas 200 plazas hoteleras, a los que se suman casas particulares autorizadas cuando alguna actividad masiva lo requiere.
Antes, los turistas sólo se dedicaban a tomar fotos y comer casi al paso, pero ahora se abrió una serie de actividades como paseos en llama, excursiones en vehículos a salares y minas de la región y visitas a mallines congelados.
También se puede hacer turismo rural y hospedarse en granjas familiares o realizar trekking por los cerros cercanos a la ciudad, aunque se debe contemplar que el clima de la puna dificulta los movimientos de quienes llegan del nivel del mar.
Para llegar a San Antonio de los Cobres hay que recorrer caminos de montaña en buena parte de ripio y polvorientos, en subida, hasta llegar a una altura en el oxígeno es escaso y al visitante le es difícil respirar y, consecuentemente, moverse al ritmo normal.
Por el clima puneño, hay una gran amplitud térmica en el lugar, tanto entre la noche y el día como entre lugares soleados y con sombra, y el suelo es amarillento y reseco por un sol que lo castiga despiadado desde uno de los cielos más diáfanos del planeta.
Las señales de comunicación electrónica -internet o celulares- son nulas o apenas intermitentes y el viento árido del lugar curte la piel y desparrama salvajemente un grueso polvo arenoso por este pueblo de altiplanicie, donde entre vecinos y efectivos de la base del Ejército suman unas 7 mil almas.
Fuente: Télam