Sus montañas, valles y ríos de agua cristalina han sido el escenario de producciones cinematográficas de renombre mundial, como El Señor de los Anillos, y cada año atraen a millones de turistas en busca de aventura y naturaleza.
Situado en el suroeste del Pacífico y compuesto por dos islas principales, estamos hablando de Nueva Zelanda. Un país célebre por sus paisajes naturales impresionantes.
Es en este rincón oceánico donde se encuentra Rotomairewhenua, nombre dado por la tribu maorí Ngāti Apa a un lago cuyo significado es “lago de las tierras pacíficas”.
En la actualidad, esta masa de agua también es conocida como Blue Lake o Lago Azul, y está situada en el corazón del Parque Nacional de los Lagos Nelson, en la Isla Sur de Nueva Zelanda.
A pesar de tener una superficie de apenas 2,5 hectáreas, ostenta un título único en el mundo: el lago con las aguas más cristalinas del planeta, un reconocimiento respaldado por la comunidad científica.
Un lago con la visibilidad de hasta 80 metros
En 2013, los investigadores Mark Gall, Robert Davies-Colley y Rob Merrilees llevaron a cabo un estudio exhaustivo sobre las propiedades del lago subalpino. Sus hallazgos, publicados en un artículo científico, concluyeron que sus aguas permiten una visibilidad de entre 70 y 80 metros, otorgándole una “pureza óptica excepcional”.
Los expertos lo calificaron como “el agua dulce visualmente más clara jamás registrada”. No obstante, este ecosistema único está en riesgo.
En los últimos años, la creciente popularidad de Blue Lake en redes sociales ha provocado un incremento significativo del turismo en el Parque Nacional de los Lagos Nelson.
Este fenómeno preocupa tanto a los científicos como a la tribu Ngāti Apa, ya que la afluencia constante de visitantes podría poner en peligro la pureza de sus aguas.
Lindavia, el alga que pone en peligro al lago más cristalino
Uno de los mayores temores es la posible llegada de la lindavia, un alga microscópica capaz de generar una sustancia viscosa conocida como nieve de lago, que altera la ecología del agua. Según advierte CNN, este microorganismo ha afectado otros lagos de la región, y su propagación al Rotomairewhenua sería desastrosa.
Para prevenir su llegada, el Departamento de Conservación de Nueva Zelanda, junto con las organizaciones Ngāti Apa ki te Rā Tō Trust y Te Araroa Trust, han implementado nuevas medidas de bioseguridad en la ruta de senderismo que conduce al lago.
Estas iniciativas incluyen estaciones de limpieza en puntos estratégicos, especialmente cerca de otros lagos donde ya se ha detectado la presencia de lindavia.
Además, se han colocado carteles informativos para concienciar a los excursionistas sobre la importancia de limpiar su calzado y equipo antes de acercarse a Blue Lake. De hecho, se pide a los visitantes no tocar el agua, y durante el verano, un guardabosques se encarga de vigilarlo.
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