Hablar de la Patagonia es traer imágenes imponentes de paisajes que atraen a todas las personas del mundo. El mar azul, los enormes acantilados, las formaciones rocosas, los colores de la meseta, la flora y la enorme biodiversidad que la habita son experiencias que, visualmente, son un viaje en sí mismo.
Pero, ¿Qué sonidos encierran todas estas imágenes?
“Un paisaje sonoro es un ecosistema integrado por todos los acontecimientos acústicos del mundo, el catálogo completo de los ruidos y sonidos entre los cuales vivimos”, esta frase pertenece a Raymond Murray Schafer, compositor, ecologista y artista visual canadiense, que en la década del 70 acuñó el término “paisaje sonoro”.
Este término se basa, entre otras cosas, en la revalorización del silencio y del sonido por sí mismo como fuente de creatividad.
Milton Del Real tiene 41 años, vive en Gaiman, es profesor y licenciado en música. Recientemente brindó un taller de paisajes sonoros en el Portal Isla Leones del Parque Patagonia Azul.
Este lugar inhóspito, salvaje y que guarda la esencia misma de la Patagonia, tiene un enorme potencial para mostrarle al visitante el maravillo mundo que emerge cuando cierra sus ojos y escucha lo que lo rodea.
“La Patagonia es marca registrada y siempre se habla de sus paisajes imponentes, pero haciendo hincapié en lo visual. Por eso, buscamos hacer algo que muestra también los increíbles paisajes sonoros que tiene”, resume Milton sobre el objetivo del taller.
La actividad fue parte de “Encuentros por Naturaleza”, un programa que promueve la interacción de las comunidades vecinas de Patagonia Azul con el ambiente natural, con el objetivo de fomentar su cuidado y protección. En esta oportunidad participaron 12 personas.
“El lugar donde hicimos la práctica tiene una particularidad muy especial y es que nos permite alejarnos un poco de la intervención humana. Haciendo este trabajo en distintos puntos, noté que es muy difícil poder grabar sonidos integralmente de la naturaleza, siempre, al escuchar los audios, se nota el sonido de un camión o auto, un molino eólico o algún motor funcionando. Acá no sucedió”, destacó el profesor de música.
Características de la experiencia
“El lugar es increíble, la naturaleza ya predispone a disfrutar”, destaca Milton. Y no es para menos, el día acompañó salvo por la persistencia del viento, algo no menor teniendo en cuenta que las prácticas se basaban en la grabación de los sonidos.
“Al llegar di una pequeña charla y después invité a los participantes a realizar una serie de ejercicios de escucha activa: consistió en una caminata donde los insté a cerrar los ojos y a contemplar lo que los rodeaba”, detalló el profesor Del Real.
“Es interesante el ejercicio de escuchar porque, incluso a las personas que participaron, que eran mayormente de Camarones, se les dificultó reconocer los sonidos que escuchan diariamente”, dijo en relación a su experiencia.
Y agregó: “Previo al taller salí a grabar paisajes sonoros y después se los hice escuchar a los participantes, se les hizo difícil reconocer qué tipo de pájaro estaba cantando o en qué sector había grabado el audio”.
Según explica el profesor “cuando nos concentramos en escuchar surgen cosas muy lindas. En este caso pudimos escuchar el ruido del viento, como crujen los arbustos, el oleaje del mar, los sonidos de los animales del lugar. Esto nos sirvió para concientizar sobre la importancia de la escucha y sobre la predominancia generalizada que tenemos de lo audiovisual sobre lo auditivo”.
Diferencias entre escuchar y oír
“Los oídos no tienen párpados”, dijo Raymond Murray Schafer. Y, en efecto, el ser humano no puede apagar lo que sucede en su entorno auditivo. Por eso, de alguna manera, adhiere el sonido ambiente a la cotidianeidad. Enfocándose, solo, en lo que reviste algún interés determinado.
El taller de paisajes sonoros invitó a los participantes a escuchar y no solo a oír, a desglosar y desnaturalizar los sonidos. A aislarlos, para luego hacerlos formar parte del todo y entender mejor el entorno. A prestar atención. Los desafió a sentir el silencio. Porque el silencio, en lugares como Patagonia Azul, es una caja de Pandora con un universo de experiencias que merece ser descubierto a través de los sentidos.
¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete!