Pilares del ecoturismo: los 8 principios fundamentales para poner en práctica

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El ecoturismo está vinculado a un sentido de la ética y de la sostenibilidad que conlleva prácticas altruistas. La idea no es viajar para disfrutar de una forma egoísta, sino que se trata, también, de compartir el bienestar y la “ganancia” con las comunidades locales.

No solamente hay que respetar el ecosistema. Si no intentar de paso que la población vernácula no necesite poner en peligro la Naturaleza para complacernos.

El ecoturismo también busca incentivar el desarrollo sostenible (es decir, el crecimiento actual que no dañe las posibilidades futuras). Enrique Arriols, ‘Padre del Ecoturismo’ se refiere a ese punto de esta forma. “La Sociedad Internacional de Ecoturismo ha definido el ecoturismo más auténtico como aquel que cumple con ciertos principios”.

Principios del ecoturismo o turismo ecológico

  • Reducir al mínimo los impactos negativos, tanto para el medio ambiente, como para la comunidad.
  • Construir respeto y conciencia, tanto ambiental como cultural.
  • Desarrollar experiencias positivas, que lo sean tanto para los turistas como para la población local.
  • Producir beneficios financieros directos para la conservación del lugar.
  • Garantizar la obtención de recursos financieros.
  • Promover la participación en las decisiones comunitarias.
  • Favorecer la sensibilidad hacia el clima, tanto político como ambiental y social, de los sitios que se visitan.
  • Apoyar tanto los derechos humanos universales, como las leyes y normativas laborales del lugar.

Compatibilidades

El ecoturismo convive en el presente con otras tendencias. Por ejemplo, algunas de ellas son el turismo gastronómico, el turismo LGTBIQ, el turismo para singles, el turismo woman/only, el turismo científico, el de deporte, el turismo de ferias y salones, el turismo cultural, el turismo arqueológico.

Por suerte, algunas de estas tendencias que viven y conviven con este tipo de turismo son muy cercanas. El ecoturismo gastronómico y el enológico se integran perfectamente en el turismo sostenible cuando el viajero busca fincas, restaurantes y costumbres realmente tradicionales. Y no solo las ‘cata’, sino que a veces, hasta las incorpora.

Igualmente, el turismo cultural asume como suyos los axiomas del ecoturismo cuando se viaja a un determinado sitio de cualquier lugar del mundo para conocer, por ejemplo, las músicas autóctonas. Porque si el objetivo de la visita es positivo y se cuidan los detalles en cuanto a la sostenibilidad, todo viaje puede integrar el conjunto del turismo sostenible y ético.

Asimismo, el turismo científico también puede compatibilizarse con el ecoturismo. Para ello solo hace falta que el tipo de interés que tiene el o los viajeros apunta a la ciencia consciente. Esto sucede cuando está al servicio de la agroecología o de las energías renovables. Y también de los intereses conservacionistas o de la preservación del equilibrio climático.

¿Qué NO es ecoturismo?

El turismo ecológico puede ser compatible con algunas de estas tendencias, siempre que no se lleven a cabo prácticas irreconciliables. Existen ciertos tipos de turistas cuyos comportamientos y preferencias son realmente incompatibles con esta forma de ver los viajes. Son buenos ejemplos el turismo de borrachera, el alucinógeno, el de comercio sexual, etc.

También son incompatibles aquellos viajes que manifiestamente participan en el maltrato animal, como los acuarios, delfinarios, zoológicos o espectáculos taurinos. Y en general, todas aquellas prácticas que, siendo parte de la sustancia misma del paquete de viajes y/o de servicios ofrecidos, no resultan sostenibles.

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