Tucumán: paisaje y cultura en un recorrido por los Valles Calchaquíes

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El recorrido por el circuito de Valles Calchaquíes comprende: las Ruinas de San José de Lules, Famaillá, Acheral Muestra Atahualpa Yupanqui, Reserva Natural Los Sosa, Dique La Angostura, Tafí del Valle, El Infiernillo, Amaicha del Valle, Ruinas de Quilmes, Colalao del Valle y El Pichao.

 
Una gran variedad de espacios se distribuyen a lo largo y ancho de los valles. Algunos son: La Reserva Arqueológica “Los Menhires”: unos tótem -que en algunos casos alcanzan los 3 metros de altura- continúan despertando varias hipótesis acerca de su finalidad: se conjetura que tenían un carácter mágico, que oficiaban de guardianes y favorecían los cultivos y la cría de ganados.
 
También, probablemente, por el hecho de estar ubicados cerca de sepulturas, en la entrada de los corrales o en medio de campos sembrados, su uso sería ceremonial, esencialmente propiciatorio de fertilidad, fecundidad o fraternidad religiosa. Antes estaban dispersos por el valle, hoy se pueden ver juntos en la reserva.
 
El Observatorio Astronómico El  Potrerillo. En este espacio se desarrollan programas educativos que incluyen días plenos de actividades, en los que la educación y el entretenimiento son los protagonistas, integrando disciplinas como ciencias sociales, naturales, tecnológicas y nuestro pasado Precolombino.
 
Museo Nuñorco Huasi. Se trata de una vivienda indígena construida según los patrones arquitectónicos de la cultura Tafí. El museo cuenta con piezas de cerámica y piedra recuperadas por la comunidad local. 
 
Por su parte, Tafí del Valle, una villa veraniega que conforma el principal punto del circuito de Valles Calchaquíes, cuenta con una importante infraestructura de alojamiento, gastronomía y actividades, además de un entorno natural de inigualable belleza. Ahí se ubica el Pinar de los ciervos, imperdible para hacer un alto y captar parte de la esencia del valle de Tafí.
 
Rumbo a Amaicha del Valle, a los 3042 metros sobre el nivel del mar se llega al abra histórica por donde pasó el primer español hacia el llano: Abra del Infiernillo. Es el punto panorámico más alto del valle, donde queda en evidencia el claro contraste entre el verde de Tafí y la aridez que da entrada a Amaicha del Valle. El viento y el alpapuyo son la constante de este espacio, parada obligada para una sesión fotográfica.
 
En las laderas de las cumbres calchaquíes (ruta 307, Km. 107.5) se encuentra el Observatorio Astronómico de Ampimpa, en él se realizan investigaciones científicas y campamentos educativos. Es un sitio de alta diafanidad y cielos resplandecientes que posibilitan realizar observaciones astronómicas y otras actividades relacionadas al medio ambiente.
 
Amaicha del Valle es la tierra de la Pachamama a quien se rinde homenaje todos los años. Toda visita a Amaicha comienza o termina en el Museo de la Pachamama, una espectacular obra que rinde homenaje a la madre tierra a través del sorprendente trabajo de cientos de artesanos. El museo revaloriza la historia de la región en un conjunto de salas dedicadas a la geología, la antropología y el arte textil, entre otras.
 
Es imperdonable ausentarse en la Fiesta Nacional de la Pachamama, celebración de tres días que coincide con los festejos del Carnaval y revela un apego incondicional de esta comunidad a sus raíces. Durante los festejos se elige a la Pachamama (la mujer más anciana de la zona).
 
En los alrededores de  Amaicha del Valle se puede visitar: El Remate, Las Salinas, Tiu Punco, Los Zazos, Pucará de los Cardones, La Aguadita y la Laguna de los Amaicheños.
 
 
Por la Ruta 40:
 
Ciudad Sagrada de los Quilmes. El  pueblo originario denominado Quilmes, ocupó durante casi ocho siglos el territorio de la antigua ciudad Inca en la zona de los Valles Calchaquíes.
 
Se pueden recorrer los pasillos que se abren paso entre los restos de las antiguas viviendas construidas en terrazas, e imaginar parte de la historia de este pueblo calchaquí.
 
Debido a que los españoles no lograron someterlos, fueron obligados a recorrer miles kilómetros para ser trasladados a la costa del Río de la Plata, en donde no pudieron emplear su tecnología agrícola con irrigación y azada, ni reconstruir sus hábitos artesanales y pastoriles.
 
Allí debieron vivir sin dioses y sin sus divinidades mágicas que habían quedado en la vieja tierra del valle. Aquí la historia es transmitida en forma vivencial por la comunidad, quien tiene a resguardo la Ciudad Sagrada y ofrece el servicio de guiado para la auténtica interpretación de la historia de este pueblo.
 
Colalao del Valle. Las nueces, especias, árboles frutales y vinos caseros tienen su fama bien ganada. Sus calles de tierra y la singular tranquilidad, lo presentan como ideal para quienes disfrutan de lo natural y buscan tomar contacto con la idiosincrasia y costumbres de los pobladores.
 
Fiesta del Ponchi. Se celebra cada mes de Julio, los lugareños elaboran el tradicional ponchi, bebida alcohólica caliente a base de leche, aguardiente, azúcar, huevo y canela. Es un colorido festejo al compás de zambas

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