A mayor calor, más agua perecedera y menos hielo. Una fórmula que explicaría el impacto del cambio climático en los glaciares tropicales, el 20% de los cuales está en Bolivia, en la cordillera Real, y son fuente importante del líquido vital que consumen los habitantes de las comunidades y ciudades de su entorno como El Alto y La Paz.
Las evidencias de este problema las recogen los científicos a través de investigaciones y la constatan los habitantes de las comunidades aledañas a glaciares como el Condoriri, el Illimani y el Samaja cuando ven que los cerros se tornan cada vez más negros.
Así, mientras el glaciólogo boliviano Edson Ramírez asegura que el nevado Condoriri pierde cada año entre 12 a 15 metros de su cobertura blanca, lugareños como Efraín Mamani, tienen la impresión de que ese nevado retrocede por año ‘al menos’ 10 metros.
Científicos y comunarios, quizá más estos últimos, están preocupados por este retroceso evidente, pues a futuro conlleva a la falta de agua.
Los investigadores quieren establecer de cuánto será esa merma, datos que servirán para los tomadores de decisión.
FUENTE: Ecoticias