Las especies de pasto Poa pratensis y Poa annua han llegado hasta la Antártida, un área del planeta que se encuentra fuera de su rango climático conocido.
Estas especies son conocidas porque, gracias a su capacidad de adaptación, se utilizan mucho como pasto para campos de golf o de fútbol. Investigadores del Museo Nacional de Ciencias naturales y la Universidad Rey Juan Carlos, en España, en colaboración con la Australian Antarctic Division, han realizado un modelo de la distribución geográfica estas dos especies de gramíneas y han descubierto que su plasticidad es mayor incluso de lo que cabía esperar.
‘Podemos esperar que las especies de amplio rango de tolerancia climática y una larga historia de coexistencia con el ser humano sean capaces de seguirle donde éste vaya’, explicó Miguel Ángel Olalla-Tarraga, investigador de la Universidad Rey Juan Carlos.
La expansión hacia la Antártida puede deberse, por un lado, a que estas especies podrían haberse ido adaptando a nuevas condiciones.
Otra posibilidad es que simplemente este potencial ya era inherente a ellas, pero no se podía dilucidar a partir del rango conocido antes de dichas invasiones.
‘Las poblaciones antárticas de estos pastos europeos están expuestas a condiciones ambientales distintas a las del resto del mundo, y aun así son capaces de soportarlas’, agregó Pedro Aragón, investigador del MNCN.
En base a las predicciones de cambio climático, los investigadores apuntan a que el ecosistema antártico pueda ser cada vez más vulnerable a nuevas invasiones que lo transformen, alternando los delicados equilibrios fruto de millones de años de aislamiento.