En algún momento de cada nación, a alguien se le ocurrió simbolizar al Estado con un animal determinado. Podía ser la famosa águila calva, elegida por el abogado William Barton de Filadelfia porque creía que simboliza el poder y la autoridad suprema. O el gallo doméstico, ícono de Francia y Portugal por su carácter contestatario. El feroz león, el cromo más repetido en escudos y banderas, adorna los símbolos de muchos países africanos como Marruecos, Togo, Sierra Leona o Gambia, y de otros donde quizás sólo se lo encuentre en zoológicos, como Irán, Macedonia o el Reino Unido.
Sin embargo, el 35% de las especies animales que representan símbolos nacionales está en peligro de extinción según lo revela un estudio encarado por la Facultad de Ciencias Marinas y Atmosféricas de la Universidad de Miami.
Los demás no tienen un panorama muy sencillo. El informe de los científicos Neil Hammerschlag y Austin Gallagher agrega que un 45% de las especies restantes tienen su población en declive.
El 35% de las especies convertidas en símbolos patrios están en peligro de extinción, mientras que un 45% de las especies restantes tienen su población en declive.
Solamente un 16% de los animales emblemáticos tienen algún tipo de protección, y no sólo en los papeles, sino que realmente permitan una recuperación o estabilidad de la población, como sucede con el águila calva de Estados Unidos, el lince en Rumanía, el lobo en Serbia, el castor en Canadá o el canguro en Australia.leopardo (Somalia), el secretario (Sudán), el kiwi (Nueva Zelanda) o el bisonte (Bielorrusia)