Miami despertó con árboles y ramas caídas, semáforos que no funcionaban, rutas cerradas y botes hundidos, pero los residentes estaban aliviados de que la marejada que se tragó el distrito financiero en el centro de la ciudad no causara los daños catastróficos que el huracán Irma prometía.
Los equipos de limpieza comenzaron a trabajar al amanecer para despejar las calles de escombros, árboles, ramas, postes, carteles y señales de tránsito caídas, que quedaron al descubierto luego de que el agua retrocediera.
El domingo, el vecindario de Brickell en el centro de Miami, un distrito financiero frente al mar, se inundó por la marejada que superó los diques y se tragó varias cuadras adentro. De la misma manera, también se inundaron zonas del Old Town en Key West, Miami Beach y el bulevar Las Olas en Fort Lauderdale.
La costa de Miami, así como sus islas, son proclives a inundaciones serias aún con lluvias menores, un problema endémico de la zona debido a la falta de elevaciones y el aumento del nivel del mar.
Algunos residentes que se negaron a evacuar paseaban a sus perros y evaluaban con curiosidad y cierto alivio los daños.