La biomasa es una oportunidad de producción energética limpia

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La Generalitat de Cataluña está elaborando un ‘Proyecto de orden por la cual se establece el régimen de obtención de la Calificación de orientación energética de los Terrenos Forestales y Agrícolas al Ámbito de Cataluña y se establece la garantía de la ¨trazabilidad ‘.
 
Ecologistas en Acción manifiesta que ante problemas como el cambio climático y la dependencia de los combustibles fósiles, fomentar y regular el aprovechamiento energético de la biomasa es necesario si se quiere conseguir un cambio de modelo energético. Las energías renovables tienen que ser el vector de cambio de este modelo, en el cual otras tecnologías, como la nuclear, no tienen que tener cabida. El aprovechamiento energético de la biomasa puede suponer ventajas interesantes: tienen balance cero de gases con efecto de invernadero a medio plazo (si todo el proceso se hace de la forma adecuada; se tiene que considerar todo el ciclo de vida). Si se destina a producción de energía eléctrica, al contrario que otras fuentes renovables, se puede regular el momento en que se produce la electricidad, lo cual es necesario en un mix de generación 100% renovable. Además, el aprovechamiento de la biomasa de residuos forestales puede jugar un papel importante a la hora de prevenir incendios; como tampoco hay que olvidar que el aprovechamiento de la biomasa puede generar desarrollo y revitalización en numerosas zonas rurales.
 
Desde la publicación del Real decreto-Ley 1/2012, se han suprimido las primas a la producción eléctrica mediante fuentes renovables, entre ellas la biomasa. Cómo ya ha hecho con otros temas en los que las competencias son estatales, la Generalitat también tiene que presionar para que esta situación inaceptable se modifique, porque en caso contrario el desarrollo de esta fuente de energía renovable será testimonial y la Orden habrá resultado inútil.
 
Por otro lado, Ecologistas en Acción quiere manifestar que los usos de la biomasa para estas finalidades no pueden hacerse a cualquier precio. Nos encontramos en un escenario complejo en que hay que tener en cuenta varios factores porque su uso redunde en los beneficios mencionados. En este sentido, el proyecto de Orden tendría que considerar los siguientes aspectos: 
 
 La biomasa no es ninguna panacea para solucionar problemas como el cambio climático o la dependencia energética. Reducir el consumo energético tiene que ser la máxima prioridad. 
 
 Los cultivos para aprovechamiento energético no pueden entrar en competencia con la producción de alimentos, que tiene que ser prioritaria en una sociedad en la que cada vez más gente pasa hambre. 
 
 Se tiene que tener en cuenta que los cultivos (y su aprovechamiento energético) también son consumidores de agua. No se puede solucionar el problema de dependencia energética agravando la escasez de este recurso. 
 
 La producción de cultivos por aprovechamiento energético sólo se tiene que permitir si se utilizan técnicas de agricultura ecológica. La utilización de agroquímicos derivados del petróleo tendría que estar prohibido en estas aplicaciones. Esto tiene sentido tanto desde un punto de vista puramente ecológico (la agricultura intensiva hace improductivos los suelos a medio plazo), como de la dependencia del petróleo. 
 
 No se puede permitir la ampliación de nuevas tierras de cultivo para cultivos energéticos, considerando como nuevas tierras también las que se dejaron de cultivar hace cinco años o más, dado que en las mismas ya se ha iniciado el proceso de regeneración natural. En ningún caso se pueden sustituir bosques por cultivos. 
 
 Los largos desplazamientos de biomasa se tienen que evitar, puesto que no tienen sentido desde un punto de vista del aprovechamiento energético. En Cataluña se ha llegado al absurdo de exportar biomasa a Italia para su aprovechamiento energético. La generación de electricidad tiene que tener lugar a pocos kilómetros de la producción o recogida de biomasa. 
 
 Hay que evitar peligrosas tentaciones de desarrollar organismos modificados genéticamente para obtener una alta producción de productos energéticos (aceites, azúcares, celulosa, etc.), o incluso organismos completamente artificiales (nuevas técnicas de Biología sintética), que presentan un enorme riesgo de dispersarse en la naturaleza y provocar plagas devastadoras. Los grandes laboratorios químicos y empresas energéticas ya están apostando por estas tecnologías tan arriesgadas.
 
 Por último no se tiene que olvidar que las plantaciones forestales no son bosques y no se pueden considerar propiamente como ecosistemas naturales. Su grado de biodiversidad es realmente bajo. Habría que compatibilizar cualquier explotación forestal con el mantenimiento de los ecosistemas, o en su caso de los agroecosistemes previamente existentes.
 
Las energías limpias son la única alternativa y se tienen que fomentar, sobre todo en un momento como el actual en que el cambio climático y el pico del petróleo ya son realidad. Ante esta perspectiva de adicción a la energía, aparecen nuevas quimeras (o no tan nuevas), como el fracking (obtención de gas no convencional del subsuelo por fractura hidráulica de rocas) [2] o la energía nuclear, que no hacen sino hundirnos más en un modelo energético malgastador e insostenible. La biomasa puede jugar un papel importante en el mix eléctrico del futuro, pero se tiene que regular correctamente su uso para aprovechar todo su potencial.

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