Peligra el incienso a causa de la sobreexplotación

Más leídas

El incienso, que tiene un aroma dulce a madera, es uno de los productos comerciales más antiguos: abarca más de 5000 años. En la actualidad, se comercian miles de toneladas cada año para su uso en incensarios de iglesias católicas o para fabricar perfumes, medicinas naturales y aceites esenciales que se inhalan o se aplican en la piel por sus supuestos beneficios para la salud.

La mayor parte del incienso procede de cinco especies de árboles del género Boswellia, que se distribuyen por el norte de África y la India, pero también por Omán, Yemen y el oeste de África. Los árboles tienen un aspecto nudoso y retorcido, como un bonsái desértico. Para cosechar incienso, se hacen incisiones en los troncos y se raspa la savia que rezuma, que se endurece y forma resina de incienso.

Anjanette DeCarlo, ecóloga y directora de un proyecto llamado Save Frankincense con sede en Somalilandia —una región autónoma al noroeste de Somalia no reconocida por gobiernos extranjeros- explica que para que estos árboles conserven su salud, no deben cortarse más de 12 veces al año. Sin embargo, ella observó hasta 120 incisiones en un solo árbol en esa región.

La resina que rezuma de los cortes es como una postilla, ya que protege la herida para que pueda sanarse. Es lo mismo que pasa con el cuerpo humano y la sangre. Un corte superficial no es nada, pero muchos puede ser fatal.

Durante la última década, más o menos, el mercado de aceites esenciales —con un valor de más de 7000 millones de dólares en 2018 que se espera que se duplique para 2026— ha experimentado un auge, lo que somete los árboles de incienso a más presión. 

Se desconoce la gravedad de la situación de algunos tipos de incienso ya que los estudios de población son difíciles en las zonas remotas y conflictivas donde suelen crecer estas especies. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que evalúa el estado de conservación de plantas y animales, ha clasificado una de las principales especies de árboles de incienso, Boswellia sacra, como casi amenazada. Pero dicha evaluación se produjo en 1998.

Los árboles de incienso no están contemplados en el Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre, el tratado internacional que regula el comercio trasfronterizo de plantas y animales, pero los expertos sostienen que las especies del género Boswellia cumplen los criterios de protección.

Las legislaciones nacionales varían mucho. En Somalilandia, por ejemplo, la sobreexplotación de estos árboles está prohibida conforme al xeer, el sistema jurídico tradicional. Algunos de los árboles de incienso de Omán se encuentran en un lugar Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y están protegidos por la ley. Sin embargo, en otros países las leyes que contemplan el incienso son escasas o inexistentes.

Primeras señales de peligro

Según el artículo de National Greographic, en un estudio de 2006, Frans Bongers, ecólogo de la Universidad de Wageningen en los Países Bajos, dio la voz de alarma. Su estudio ponía de manifiesto que, a finales de los años 90, costaba cada vez más encontrar árboles Boswellia papyrifera en Eritrea.

Ahora, en una nueva evaluación, prevé una disminución de un 50 por ciento de las poblaciones de Boswellia papyrifera en las dos próximas décadas. Esta especie —que se distribuye principalmente por Etiopía, Eritrea y Sudán— representa casi dos tercios de la producción de incienso internacional.

Su equipo descubrió que los árboles no están regenerándose. Es más, no hallaron ni un solo árbol joven en más de la mitad de las poblaciones evaluadas. Los culpables son el pasto del ganado bovino que se alimenta de plántulas, los incendios descontrolados y la sobreexplotación, es decir, cortar el árbol demasiadas veces.

Aunque el estudio se centra en una sola especie, el trabajo advierte que todas las especies de Boswellia están amenazadas por la pérdida de hábitat y la sobreexplotación.

Mientras la demanda, y el precio, del incienso crece, la oferta cae. Los fabricantes de productos con resina de incienso compensan la escasez mezclando aceites esenciales de alta calidad con otras cosas, como sándalo y flores. Mientras tanto buscan formas más sostenibles de recoger resina de incienso.

Algunos investigadores y recolectores sostienen que cultivar árboles de incienso en plantaciones a nivel comercial sería de gran ayuda, ya que no se dependería exclusivamente de árboles silvestres.

Últimas noticias

Cómo las abejas ayudaron a resolver un grave conflicto en Kenia

Las abejas resolvieron un grave conflicto para los agricultores de Kenia: ahuyentan a los elefantes, que amenazaban los cultivos

Noticias relacionadas