Manoliño es un delfín mular (Tursiops truncatus) que lleva un par de meses nadando por las agua de la ría de Muros. En este tiempo el animal, que está solo, se ha acostumbrado a la presencia de los humanos y se acerca a ellos con asiduidad. Hasta el punto que un mariscador gallego ha creado un estrecho vínculo con el cetáceo, incluso nada con él y lo toca sin problemas.
Además de este extraordinario caso, en las costas gallegas también se han registrado varios casos de acoso de orcas a diferentes embarcaciones. A finales de septiembre el velero Swis Lady y sus tres tripulantes fueron víctimas de la ola de incidentes entre orcas y pequeñas embarcaciones en la costa de Galicia. Los casos fueron tan alarmantes que el ministerio de Transportes decidió prohibir la navegación de pequeños veleros en el norte de Galicia por la presencia de orcas (Orcinus orca).
Estos comportamientos tan inusuales en cetáceos ha provocado que se alerte a buzos, marineros y bañistas de la peligrosidad que supone este contacto entre humanos y mamíferos marinos.
Alfredo López, de la Coordinadora de Estudios de Mamíferos Marinos (CEMMA) e investigador de la Universidad de Aveiro, pide que se los ignore y que no se interactúe con ellos si lo ven porque “los riesgos son grandes”.
“Un delfín no es una mascota, tampoco una orca, ni una ballena”, asegura López.
Los episodios que se están repitiendo en la costa gallega en los últimos meses, especialmente con el delfín apodado Manoliño, han puesto en alerta al sector del mar y también al de los biólogos. Incluso los profesionales del mar piden la implicación de la Xunta.
“Este delfín le hace a la gente lo que quiere, ya está en la fase de dominación porque se da cuenta de que puede mover a cientos de personas en la playa y los puertos para entretenerse, lo que le da un poder tremendo”, dice el biólogo. “Las personas pueden causar heridas en su piel porque es muy delicada o hacer que se aleje del resto de su manada, condenándolo a estar solo. Puede realizar saltos de varios metros, y como pesa cientos de kilos puede caer encima de alguien. Además, si se altera, puedes quedarse varado. Por eso, los riesgos de interactuar con él son grandes ”, advierte.
Manoliño es un delfín joven que se sospecha que fue expulsado de su manada con violencia, tal y como indican las marcas de dientes en su cuerpo.
Durante una charla ofrecida por la cofradía de pescadores de Noia, Alfredo López presentó una lista de casos similares por los que conocen las diferentes fases por las que atraviesa el comportamiento de estos animales. “De buscar refugio en un espacio pasan a interactuar con barcos y personas sin permitir el contacto, luego pasan al contacto directo con las personas y finalmente buscan el contacto directo con conductas de dominación sobre las personas”, dijo.
La principal recomendación de los biólogas a los profesionales del mar ha sido que no los molesten e intenten disfrutar de su presencia a distancia.
Aunque por ahora Manoliño es aún un animal afable “ya hay experiencias de agresiones por parte de delfines solitarios como reacción a una situación negativa y aprenden a responder al trato que le damos”, dice López.
Los buzos que trabajan en la ría también advierten de las dificultades que tienen a la hora de trabajar debido a la aparición del delfín y piden la necesaria intervención de la administración para desarrollar su actividad con más flexibilidad en horarios y áreas de trabajo.
Desde CEMMA también destacan la necesidad de monitorear el comportamiento de las personas en las playas y puertos por parte de las autoridades para evitar situaciones de riesgo.