Desplazarse en bicicleta es una de las mejores formas de evitar la contaminación en las ciudades. Pero ¿podrían las bicis ir aún más lejos y ayudar a purificar el aire? La diseñadora industrial británica Kristen Tapping ha ideado una innovadora rueda para estos vehículos que precisamente cumple ese cometido, limpiando de CO2, óxidos de azufre y otros contaminantes el espacio por el que circulan.
Kristen Tapping explica en su página web que las Rolloe, nombre con el que ha bautizado estas innovadoras ruedas, están compuestas por diferentes piezas que se pueden realizar con impresión 3D o moldeo por inyección. Cada rueda integra dos llantas con aletas ABS (plástico muy resistente al impacto), nylon y acero inoxidable.
El proceso de filtración se hace en el interior de la llanta, en donde hay instalados tres tipos de filtros. El aire entra a través de la abertura cilíndrica interna de la llanta, donde un primer filtro –una esponja de lufa natural– atrapa partículas grandes.
Este filtro es lavable, reutilizable y 100% biodegradable. A continuación, un segundo filtro HEPA, también lavable, atrapa el polen y algunas partículas grandes como el polvo. El tercer filtro, de carbón activo, atrapa las moléculas más pequeñas, filtrando compuestos orgánicos volátiles (COV) e incluso olores.
Luego, una vez limpio, aire vuelve a expulsarse, en un proceso de purificación que podría realizarse a una velocidad de 0,665 m³ por kilómetro.
Kristen Tapping indica que los filtros deben cambiarse cada 250 km aproximadamente. Y calcula que si toda la flota de bicis de alquiler compartido que circulan en Londres utilizaran estas ruedas, se podría filtrar 79.865 m3 de aire, cantidad equivalente a cuatro veces el tamaño de la famosa plaza de Trafalgar Square.
Además, para estimular la conciencia ambiental, la dsiseñadora señala que se podría equipar cada bici equipada con Rolloe con un dispositivo de rastreo para calcular la distancia recorrida y reastrear la cantidad de aire filtrado en tiempo real. El uso de estas ruedas ayudaría, además, a compensar las emisiones de CO2 generadas durante la fabricación de las bicicletas y las debidas a su propio uso. La Federación Europea de Ciclistas calcula que las bicicletas emiten 21 gramos de dióxido de carbono por cada kilómetro recorrido. Cinco gramos corresponden a la fabricación del vehículo mientras que los 16 gramos restantes son las calorías que quema un ciclista medio al pedalear durante ese kilómetro.
La diseñadora asegura que utilizar estas ruedas apenas añade peso a la bici, en torno a 50 gramos y que las Rolloe apenas necesitan mantenimiento. Su desarrollo aún está en fase de prueba, pero Kristen Tapping ya ha ganado el primer premio de Innovación en Diseño en Polímeros 2020, que patrocinan IOM3 y Covestro, con su invento.