Investigadores de la Universidad Nacional del Litoral encontraron agrotóxicos en los peces muertos del río Salado. Se trata de glifosato y clorpirifos, los herbicidas y plaguicidas más utilizados en los cultivos de soja transgénica, publicó la Televisión Pública en su cuenta oficial de Twitter.
El informe de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), de la ciudad de Santa Fe, solicitado por la Procuración General de la Corte Suprema de Justicia provincial, registró residuos de agroquímicos en el río Salado, situado a 40 kilómetros de la capital provincial.
Desde fines de noviembre, miles de peces aparecen muertos en las costas del río. La investigación apunta comprender las causas de este aumento de la mortandad que, según la Subsecretaría de Recursos Naturales de la provincia, “no hay ninguna duda de que fue por anoxia”, es decir, por la falta de oxígeno que provoca la bajante del río.
Sábalos, carpas, viejas de agua, moncholos y apretadores son algunas de las especies afectadas por el fenómeno que está arrasando con la fauna acuática del río Salado, en su paso por la provincia de Santa Fe.
Las autoridades provinciales estiman que se trata de una consecuencia de la bajante pronunciada del agua, sumado a la poca lluvia y a las altas temperaturas.
“Hicimos estudios y comprobamos que se trata de condiciones hidrológicas del río”, señaló Gaspar Borra, subsecretario de recursos naturales del Ministerio de Ambiente y Cambio Climático, y agregó que, de los 116 compuestos que sometieron a análisis, “se detectaron tres herbicidas y un fungicida. Entre ellos glifosato”.
Según afirmó Borra, la cantidad que se detectó es mínima, de 6 microgramos por litro. “Todos los ríos que, como el Salado, atraviesan zonas de cultivos agropecuarios intensos tienen residuos de agroquímicos que se derivan de la producción”, señaló el funcionario.
A fines del año pasado, se dieron a conocer los resultados preliminares elaborados por el laboratorio del Inali (Instituto Nacional de Limnología-UNL) sobre las muestras de agua obtenidas en tres sectores (bajo el puente de la ruta 70; aguas arriba y aguas abajo del puente carretero). Tras analizar la relación de la DBO (Demanda Biológica de Oxígeno) y la DQO (Demanda Química de Oxígeno), determinaron que en el agua había presencia de vertidos domésticos, bosta de ganado y productos alimenticios. “Esto es un indicativo, no es la causante de la mortandad”, había señalado Luis Espínola, doctor en Ciencias Ambientales, investigador adjunto del Conicet (Inali-UNL).
Pero restaba el informe del Laboratorio de Ecotoxicología, dependiente de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (Fbcb-UNL). Luego de analizar las muestras, los resultados indicaron lo que se sospechaba: la presencia de herbicidas e insecticidas en el agua y en los peces muertos.
En paralelo al aporte del ministerio provincial, el procurador Jorge Barraguirre lleva un expediente para averiguar la causa de la masiva mortalidad de los peces del río que atraviesa la provincia de Santa Fe. “Todas las catástrofes ambientales tienen una multicausalidad”, señaló Barraguirre y remarcó que, además de la “escasísima oxigenación” del río, también “se ha logrado rastrear la presencia de herbicidas, como el glifosato, plaguicidas e insecticidas”, como consecuencia “del lavado que hubo de los campos por las lluvias extremas” de fines de noviembre.
Según los resultados del informe que, a pedido de la Justicia, llevó a cabo el Laboratorio de Ecotoxicología de la UNL en los tejidos de los peces, los investigadores detectaron restos del insecticida clorpirifos, en concentraciones de entre 30 y 80 miligramos, y, en menores cantidades, del herbicida 2,4-D en las branquias y en el hígado del pez sábalo.
En Argentina, el clorpirifos se utiliza para controlar las plagas de insectos en los cultivos de soja, trigo, maíz y girasol. Según una investigación llevada a cabo en enero del año pasado por la doctora en Biología Melina Alvarez, la presencia de esta sustancia en el agua afecta a la salud humana así como a la fauna acuática.
La investigadora analizó el agua de las localidades bonaerenses de Claromecó y Tres Arroyos y descubrió que contenía esta sustancia en cantidades muy por encima de lo recomendado. En una entrevista con Página 12, la especialista explicó el efecto en los humanos: “En resumidas cuentas, genera un envenenamiento tóxico, en la medida en que bloquea la transmisión correcta de los impulsos nerviosos. Ello provoca incoordinación motora y podría causar la muerte”.
En Santa Fe, la ley provincial de productos fitosanitarios prohíbe el uso de agroquímicos –según el nivel de toxicidad– en un radio de 500 metros si se trata de aspersión terrestre y en un radio de mil metros cuando se aplica de forma aérea.
En septiembre de 2020, el Juzgado en lo Civil, Comercial y Laboral Número 1 de la ciudad de Rafaela -situada a 85 kilómetros del río Salado- dictó un fallo en el que amplía a 1.000 metros el radio de prohibición para las fumigaciones terrestres en los pueblos santafesinos de Sastre y Ortiz. La medida tuvo lugar ante el pedido de la familia de Zoe Giraudo, una niña de dos años que se encuentra en tratamiento oncológico como consecuencia de estar expuesta a las fumigaciones con agrotóxicos.