Los desechos de plástico están invadiendo la tierra a un ritmo alarmante, de hecho, se estima que para el 2050 habrá más plástico que peces en el mar.
Afortunadamente existen personas como Nzambi Matee, una ingeniera de materiales de Kenia, África que son conscientes de esta problemática tan urgente y ha decidido hacer algo al respecto.
Es tanto su compromiso que ha creado una empresa que lleva por nombre Gjenge Makers y ha tomado el trabajo de desarrollar ladrillos, adoquines, baldosas y tapas de alcantarilla con los residuos plásticos que se generan en Nairobi, buscando reducir la contaminación de la ciudad.
En su pequeña fábrica pedacitos de botellas de leche, champú y bolsas de cereales son mezclados con arena, fundidos a alta temperatura y moldeados en forma de ladrillos.
“Estábamos cansados de que no se hiciera nada. Los desechos plásticos no son un problema keniano sino global y, si no somos capaces de ofrecer soluciones prácticas, debemos modificar nuestros hábitos si queremos ofrecer una tierra habitable para nuestros hijos”, explica a Matee, de 29 años.
Una idea creativa para combatir 500 toneladas de plástico al día
Lo que buscaba en un principio Matee era vender los restos de plásticos a las empresas de reciclaje, pero siempre se acumulaba mucho más de lo que se podía vender. A raíz de esa situación surge la idea de transformar todo ese plástico en ladrillos ultra resistentes.
“Nuestros ladrillos son tres o cuatro veces más resistentes que los de hormigón porque el plástico, al ser un material fibroso, crea menos bolsas de aire”, señala esta graduada en Física y Geofísica, especializada en Ciencias de los Materiales.
La fábrica produce alrededor de 1500 ladrillos al día, mientras que en Nairobi se calcula que cada 24 horas se generan alrededor de 500 toneladas de plástico al día.
Según datos de Greenpeace, solo se recicla el 9 % de todo el plástico generado a nivel mundial, e incluso en los países desarrollados, la tasa de reciclaje de los desechos recolectados en viviendas no llega al 50%. Por lo que es de suma importancia el movimiento de Gjenge Makers.
Una economía circular
Matee tiene un objetivo muy bien establecido y es crear una economía circular como la que ya sucede con el hierro: “El círculo de vida del metal está muy bien establecido: no se ven desechos porque se les ha dado un valor. Ese es mi deseo y plegaria para cualquier otro material ya sea plástico, desperdicios de alimentos, etc. que tengan un valor”, detalla.
Además, se fomenta muchísimo la economía circular gracias al triple impacto positivo que genera: los ladrillos son económicos (los materiales de construcción tienen precios accesibles), son ambientales (promueve el reciclaje) y también impacta en lo social ya que hasta ahora ha generado más de 100 puestos de trabajo para recolectores de basura, mujeres y jóvenes.
Nzambi Matee busca aumentar la distribución de sus ladrillos ecológicos a todo África “para impactar y motivar a otras personas, otros jóvenes a hacer tareas similares en diferentes lugares”, sostuvo.