Bolivia: incendios forestales en Santa Cruz destruyen cerca de 800 mil hectáreas y arrasan con varias áreas protegidas

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Los incendios forestales no dan tregua a Bolivia. Por tercer año consecutivo, el fuego está arrasando con ecosistemas como el Chaco, la Chiquitanía y el Pantanal, así como con bosques de la Amazonía boliviana.

La cifra de hectáreas quemadas se va acercando al millón, mientras expertos y especialistas temen que se repita la devastación de los años anteriores. En 2019, los incendios arrasaron con cerca de seis millones de hectáreas, mientras que en 2020 la cifra fue de cuatro millones de hectáreas.

El viernes 27 de agosto, Yovenka Rosado, jefa de la Unidad de Bomberos Forestales de la gobernación de Santa Cruz, dijo que los incendios han consumido 786 584 hectáreas hasta la fecha solo en el departamento de Santa Cruz.

En el último mes, ha sido el departamento más afectado, donde se han registrado grandes incendios forestales en sus áreas naturales protegidas. El Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) San Matías, el Área de Conservación de Importancia Ecológica Ñembi Guasu y la recién creada Área Protegida Municipal Bajo Paraguá San Ignacio de Velasco son algunas de las zonas devastadas.

«En las últimas dos semanas se intensificaron los focos de calor y se convirtieron en incendios de gran magnitud», señala Miguel Vargas, director ejecutivo del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (Cejis), institución que realiza monitoreos satelitales. «El fuego aumentó en el Chaco y la Chiquitania», agrega Vargas sobre los ecosistemas que están resultando más impactados este año.

La devastación en las áreas naturales protegidas

Los primeros días de agosto empezó la devastación en el AMNI San Matías, donde, en solo una semana, se reportó alrededor de 100 000 hectáreas arrasadas por el fuego. El rápido avance del fuego favorecido por las condiciones climáticas impidieron que el incendio pudiese ser controlado en poco tiempo.

Los bosques de San Matías ardieron durante semanas y recién la última semana de agosto la presencia de lluvias y el intenso trabajo de los bomberos lograron controlar el avance del fuego.

Un último reporte del Observatorio del Bosque Seco Chiquitano indicó que, hasta el 22 de agosto, 231 864 hectáreas se habían quemado al interior del área protegida San Matías, según las imágenes satelitales. En tanto que si se toma en cuenta la zona fuera del área protegida, la cifra sube a 306 837 hectáreas .

«Nuevamente estamos frente al problema de los megaincendios. Bajo estas condiciones climáticas, con una sequía prolongada, estamos ante una nueva catástrofe», señala Oswaldo Maillard, coordinador del Observatorio del Bosque Seco Chiquitano de la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC). «San Matías lleva más de un mes activo. Otuquis nuevamente se esta incendiando. Y en Ñembi Guasu hay un megaincendio», agrega.

El Observatorio del Bosque Seco Chiquitano también reportó incendios en los municipios de Charagua, donde registró 78 936 hectáreas quemadas; en San José con 48 642 hectáreas arrasada y en Roboré con 24 583 hectáreas destruidas por el fuego.

La situación ha sido devastadora en el área protegida Ñembi Guasu, en este lugar, la pérdida de bosque fue de 87 703 mil hectáreas hasta el 22 de agosto, según el Observatorio del Bosque Seco Chiquitano.

Sin embargo, el fuego ha continuado en los días siguientes por lo que se espera una mayor cantidad de pérdida de bosque a consecuencia de los incendios.

«En Ñembi Guasu han sido varios frentes donde se presentaron los incendios. Uno empezó en el mes de julio y otro alrededor del 14 de agosto, el más grande», cuenta Juan de Dios Garay, biólogo de la organización Naturaleza Tierra y Vida (Nativa), tras un recorrido por la zona devastada del área protegida. «Hemos visto especies de roedores, reptiles, y mamíferos de todo tipo muertos en el camino», agrega.

Garay indica que es muy difícil que sobreviva cualquier especie en esos incendios, y que aquellos que logran escapar del fuego llegan a las zonas también quemadas donde no pueden encontrar ni agua.

«Hemos encontrado zonas que prácticamente se han convertido en un arenal, incluso se han formado dunas de arena en esos lugares», añade Garay sobre cómo se está transformando la reserva.

Además de San Matías y Ñembi Guasu, hay otras cinco áreas protegidas que han resultado afectadas por los incendios: el Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Otuquis; en el área protegida Tucabaca en Roboré; la Laguna Concepción en Pailón; Orquídeas del Encanto en Concepción; y el Área Protegida Municipal Bajo Paraguá, según ha informado la jefa de la Unidad de Bomberos Forestales de la gobernación de Santa Cruz, Yovenka Rosado.

La esperanza de que se puedan controlar los incendios llegó con las lluvias del último fin de semana. Según Rosado, en los municipios de Roboré, San José, Charagua y Puerto Suárez —en Santa Cruz — se ha logrado controlar los incendios. Sin embargo, en los lugares que no se han presentado las lluvias aún se mantienen focos de incendios.

Más allá de las fronteras

Los incendios forestales en Bolivia han traspasado sus fronteras y el fuego se ha extendido hasta Paraguay. José Luis Cartes, director de Guyra Paraguay, señala que los incendios que llegaron desde Bolivia han afectado la Reserva Pantanal Paraguayo y la Estación Los Tres Gigantes. «En una sola noche, el incendio forestal ha recorrido 25 kilómetros en estas zonas reservadas», comenta Cartes.

Sin embargo, las lluvias que llegaron el viernes 26 de agosto aplacaron el incendio que llevaba por lo menos cuatro días en actividad. Cartes recuerda el año 2019 cuando los incendios duraron hasta el mes de noviembre. «Todo se quemó rapidísimo», dice.

En esta ocasión —añade Cartes— Guyra Paraguay está coordinando con la Fundación Nativa para «conservar las áreas naturales protegidas más extensas de ambos países».

Ivan Arnold, director de Nativa, señala que el incendio que se inició en el norte de Ñembi Guasu cruzó la reserva hasta la zona sur y se extendió a Paraguay. Y aunque las lluvias recientes han servido para contener el avance del fuego, Arnold aún teme lo que pueda suceder en los próximos meses que, según indica, son los más críticos. «Seguimos en altísima vulnerabilidad. El problema son las personas que prenden fuego».

Miguel Vargas, director de Cejis, se refiere también al problema del chaqueo o quemas en Bolivia —práctica que consiste en prender fuego a la vegetación para preparar el terreno para los cultivos—, que se han convertido en la principal causa de los incendios forestales en el país.

«Aún se mantiene vigente el paquete de normas que permite el desmonte de áreas de producción forestal permanente con el fin de habilitarlas para la producción de monocultivos», agrega Vargas.

El director de Cejis se refiere a una serie de leyes y decretos emitidos en los últimos 15 años que han permitido las quemas y el cambio de uso de suelos en territorios forestales. «Es una situación recurrente, todos los años en estas fechas: julio, agosto y setiembre estamos presenciando la quema de bosques» finaliza.

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