Hace 4 años, Humberto González se encontró con un video en internet que decía: “Después de ver esto, nunca más vas a tirar botellas plásticas”. A este sacerdote jesuita, oriundo de Itatí, Corrientes, le llamaba la atención que en los barrios en los que trabajaba y en su casa nadie sabía qué hacer con esas botellas.
Humberto (más conocido como Humbi) escuchó acerca de un grupo de estudiantes que había hecho un cortador de botellas metálico, cual abridor de gaseosa pero con ranuras, que servía para poner la botella y sacar el hilo.
Nunca pudo contactarlos ni saber de dónde eran. Más tarde, descubrió que en México y Chile se vendía ese aparato hecho en serie. Animado, se lanzó a la aventura de fabricarlo él mismo, lo cual le llevó mucho tiempo: “Fueron meses prueba y error, paciencia consigo mismo. Muchas veces tiré todo lo que había construido”, confiesa.
Luego empezó a averiguar qué podía hacer con ese hilo. Las primeras cosas que le salieron fueron unos canastos chiquitos que pusieron a la venta en su parroquia y que servían como carameleras o fruteras. Aunque eran todavía elementos muy frágiles, lo poco que recaudaban era un ingreso para la capilla.
Al año de haber empezado con el proyecto, en Itatí, Humbi conoció a una arquitecta que se dedicaba al reciclado de vidrios y plásticos. Ella había hecho capacitaciones en Europa, donde le decían que “en Sudamérica somos pobres porque dejamos la riqueza tirada en la calle. Todo lo que llamamos ‘residuos’ se puede transformar. Ensuciamos el medio ambiente cuando en realidad podríamos hacer otras cosas”. Esta mujer le aconsejó que aquello que él hiciera debía ser útil y eso le dio forma a lo que Humbi sentía: reciclar no consiste (solamente) en hacer adornos.
El cambio climático y la apuesta por el reciclado son temas actualmente en boga. A pesar de que hay un despertar en la conciencia ecológica, aún falta mucho por hacer en materia de cuidado del medioambiente. De hecho, cuando Humbi cuenta acerca de su proyecto, “la gente se interesa, pero le falta el pasito de hacer el aparato”, afirma.
Con el hilo de plástico de PET se pueden hacer distintas artesanías: bolsos, canastos, carteras, juguetes, entre otras cosas. El fin de semana pasado, Humbi y un grupo de personas que viven en la hospedería San Alberto Hurtado de Córdoba -que recibe a hombres en situación de calle- asistieron a una ecojornada en la iglesia de los capuchinos de aquella localidad. El puesto donde mostraron los productos que realizan con hilo de botella despertó mucho interés entre quienes concurrieron y pudieron vender algunas de sus artesanías.
“Mi sueño es que la gente tenga esto y lo pueda hacer en su casa. Que todas las botellas plásticas no terminen en el tacho de basura, sino que se reconviertan en algo útil, no solo en un adorno”, declara esperanzado.