Los fanáticos de la naturaleza suelen experimentar durante sus excursiones diferentes niveles de supervivencia. De noches al raso a caminatas interminables, poniendo a prueba su cuerpo y su mente. Lo que no entra, en principio, en los planes es incluir en esas aventuras la ingesta de ciertas sustancias tóxicas que pueden poner en peligro su vida. Y mucho menos si provienen de ‘probar’ la fauna de la zona.
Esto es lo que está ocurriendo en varios Parques Nacionales de los Estados Unidos donde las autoridades se han visto obligadas a pedir a los visitantes que no chupen a los sapos.
A través de sus cuentas oficiales de redes sociales, los responsables de los diferentes recintos protegidos advirtieron a los excursionistas del peligro de este tipo de -extrañas- prácticas.
«El sapo de Sonora, también conocido como el sapo del río Colorado, es uno de los sapos más grandes de América del Norte, y llega a medir hasta 18 centímetros», escriben desde el servicio de parques.
«Se trata de un animal con unas glándulas parotoides prominentes que segregan una potente toxina que puede hacerte enfermar si coges al sapo o si el veneno llega a tu boca», prosigue el post.
«Así que, como os decimos con la mayoría de las cosas que os encontráis en nuestros parques, ya sea una babosa plátano, una seta que no conozcáis o un sapo de ojos brillantes, por favor, absteneos de chuparlos. ¡Gracias!», concluye la advertencia para los visitantes de los diferentes parques.
La práctica de chupar sapos se ha experimentado a lo largo de la historia en diferentes partes del mundo ya que se considera una forma fácil de drogarse y llegar a tener alucinaciones, pero es una práctica enormemente peligrosa que puede amenazar la vida de la persona que lo hace.