La aparición en el río Paraná de dos ejemplares habituados a aguas heladas sorprende a pescadores y científicos

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Emiliano Almada es pescador, tiene 33 años y se dedica a este oficio desde los 9. Vive en Fighiera, una pequeña localidad costera de 5000 habitantes del sur de Santa Fe. Cada día antes del amanecer, con frío o con calor, sale al Paraná con sus redes a buscar lo que el río puede ofrecer, para luego venderlo a pescaderías o acopiadores de la zona. Pero la rutina que practica desde años se rompió el pasado martes, cuando detectó que en vez de los sábalos que siempre aparecen había enredado en las mallas un pez muy grande que nunca había visto: se trataba de un salmón, una especie originaria del hemisferio norte habituada a aguas heladas y no al cauce templado del Paraná.

“Estaba con mi hermano en la lancha y veo una pieza enorme, de unos 12 kilos. Me di cuenta que era un salmón porque otro muchacho había sacado uno igual hacía unos días y yo había visto las fotos. Nunca había visto un pez así” relata Emiliano, quien describe al animal como “muy pesado, macizo, con dientes visibles y un tipo de escama que llama la atención”.

El hallazgo es muy raro, pero no es inédito. Pocos días atrás otro pescador de la zona sacó un ejemplar de salmón a apenas 500 metros del lugar donde pescaba Emiliano. Según explica Andrés Sciara, decano de la facultad de Bioquímica de la Universidad Nacional de Rosario y exdirector del Acuario del río Paraná, se trataría en principio de ejemplares de salmón chinook, una especie comercial introducida en la Patagonia chilena con fines comerciales hace décadas que, por sus hábitos migratorios, con el tiempo fue invadiendo otros cursos de agua de la región.

Una pieza de colección

La aparición de una especie completamente ajena al ecosistema de la cuenca del Paraná es un episodio raro y los pescadores son conscientes que, cuando eso pasa, deben preservar al animal y avisar a algún centro científico o autoridad para que se lo estudie. “Yo había escuchado que al otro salmón lo habían guardado bien, por eso cuando llegué a mi casa lo lavé, no lo destripé ni nada y lo puse en el freezer para congelarlo enseguida y que puedan estudiarlo”, dijo Emiliano, que entregará la pieza a especialistas del Acuario del Río Paraná en estos días.

La pregunta del millón es: ¿cómo llegó al tramo medio del Paraná un animal originario del hemisferio norte? Emiliano reconoce que “no tiene ni idea” y que pensó que era chino. “Después me enteré que dicen que son chilenos, pero la verdad en mi vida vi un pescado así y además salieron dos en el mismo lugar, puede ser que venga un cardumen atrás. Mi intuición me dice que debe haber más dando vueltas, porque cuando sale un pescado raro suelen salir más”.

Según Sciara, ya hubo registros de esta especie en la Patagonia argentina, como resultado de escapes de las siembras de salmones comerciales que se hicieron en Chile a partir de los años 80 del siglo pasado. “Son animales que se reproducen en ríos y luego salen al mar, migran y encuentran cauces o ríos nuevos en los que entran, buscando lugares adecuados para reproducirse”.

Para el experto “en algún momento iban a empezar a aparecer” en la cuenca del Plata, aunque las características del Paraná no son las adecuadas para esa especie originaria de zonas frías. “Tanto la temperatura del agua como la presencia de sedimentos no son las adecuadas para su ciclo reproductivo y es de esperar que no puedan reproducirse en nuestra cuenca. Si bien ya se han reportado algunas apariciones, siguen siendo episodios muy raros y aislados”, detalla.

Identikit

Una vez en el Acuario del río Paraná, ubicado en la costa rosarina, los científicos de ese centro de estudio podrán identificar con precisión no solo la especie a nivel genético, sino también la procedencia de esos animales. “Está claro que no nacieron acá, sino que vinieron migrando, son migradores importantes que buscan expandirse. Tienen que haber entrado por el Río de la Plata y luego remontaron el cauce buscando algún lugar con pocos sedimentos y con aguas claras, que es algo que no van a encontrar acá”, agregó.

En el Acuario, además de pesarlos y medirlos, abrirán los dos ejemplares para comprobar si son hembras o machos y recabar más datos sobre su alimentación y su edad. Los estudios genéticos —que demoran varias semanas— ayudarán a determinar si están emparentados entre sí.

Para el exdirector del Acuario es clave que los pescadores hayan guardado las piezas y hayan reportado su aparición, tanto para beneficio del ecosistema como del sistema científico, que puede estudiar su procedencia.

Un peligro para la fauna local

La llegada por accidente o por acción voluntaria del ser humano de especies de otras geografías a ecosistemas locales viene con una carga de tensión ambiental importante. Así lo explicó Sciara en relación a los salmones en el Paraná, ya que como todos los salmónidos, el salmón chinook es un gran invasor y un gran predador de la fauna autóctona.

“Los salmones están entre los 100 animales invasores más peligrosos para los ecosistemas nativos, por eso cuando se siembran salmones en cualquier lado, los biólogos se agarran la cabeza. Son muy agresivos con la fauna local, tanto con los peces como con los pequeños vertebrados, son grandes predadores”, apuntó.

Los salmones chinook ya fueron descriptos como una especie invasora en los ríos de la Patagonia, donde compiten con especies nativas. Al no tener depredadores naturales, su población puede aumentar muy rápido y desplazar a las especies autóctonas, con las que compite por lugares de reproducción y alimentación. Fueron introducidos en el sur chileno por su alto valor económico, turístico y culinario.

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