Michelle Bachelet se enfrenta al reto de las energías renovables en Chile: eólica, termosolar y energía solar fotovoltaica.
Pese a contar con el desierto más soleado del mundo, ideal para la termosolar y la energía solar fotovoltaica, vientos privilegiados para desarrollar la eólica y abundantes recursos hídricos para producir energías renovables, Chile enfrenta una crisis energética que plantea un enorme desafío para la presidente Michelle Bachelet.
Bachelet debe lidiar con una prolongada sequía y un fuerte movimiento de defensa del medio ambiente que acude a menudo a los tribunales y frena iniciativas de desarrollo.
Las energías nuevas presentes en Chile son la eólica, las minihidroeléctricas inferiores a 20 MWh, la biomasa, de materias orgánicas renovables y, en menor proporción, la solar. Juntas bordean el 6% de la matriz energética, pero para el 2025 deberían ser el 20%, según una ley aprobada recientemente.
Chile cuenta con el desierto de Atacama, en el norte del país, que es parte del llamado cinturón solar de la tierra junto a los desiertos de Mojave (Estados Unidos), Sonora (México) y el Sahara (Africa), entre otros. Tienen asimismo vientos distribuidos a lo largo del país, incluido Chiloé, en el sur, que es “una zona bendita por los vientos”, según Finat.
En zonas del extremo sur se han desarrollado parques eólicos y hay otros proyectados en el centro-sur. En el futuro, por otro lado, debería cobrar impulso la geotermia porque en Chile hay unos 3.000 volcanes, de los cuales 500 están activos.