El barco Puente San Jorge estaba pescando langostinos en una nueva zona que se había abierto un poco más al norte de San Antonio Oeste, cerca de la punta norte del golfo San Matías, a unas 45 o 60 millas de la costa. En plena labor el capitán, a poco más de quince minutos de arrastre, ordenó levantar las redes y en ese momento parte de la tripulación observó un movimiento extraño entre la pesca, extraños a los movimientos normales que se ven habitualmente en las redes, según informa El Diario de Madryn.
Roberto Arce de Puerto Madryn, uno de los integrantes de la dotación, se acercó y vio entre los langostinos a en inmenso ejemplar de Chelonia agassizii, más conocida como tortuga prieta o negra, que se debatía con un cazón prendido de su cola. Rápidamente desarmaron el aparejo de pesca y liberaron al animal, el cual se encontraba, por el estrés de la red, en un estado de casi inconsciencia. Le echaron agua salada y la tortuga volvió en sí, lo que aprovecharon para volverla al océano, al cual regresó viva y con fuerzas para salir nadando rápidamente de la cercanía del barco.
Si bien la distribución geográfica de la tortuga negra se concentra más en las costas del Pacífico, desde Canadá hasta Tierra del Fuego, como en las Islas Galápagos, Perú y golfo de California, también se las puede ver en menor medida en las costas atlánticas. No migran mucho y no les gusta alejarse de la costa.
Puede alcanzar hasta los 126 kilos. Las crías son de color café oscuros o negro, los especímenes jóvenes tienen el dorso negro, café o amarillo, a veces con rayas verde oliva. Los adultos son de un negro brillante en el dorso y, a veces, se les genera un alga que les da un color verde brillante.
Foto: Roberto Arce.