Diseñaron una embarcación autónoma para conocer el estado del agua en lagos, ríos y mares

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Un grupo de investigadores de la Universidad Nacional del Sur (UNS) de Bahía Blanca junto con el Instituto Argentino de Oceanografía del Conicet diseñaron, en código abierto y de bajo costo, una embarcación autónoma (VAS) la cual permitirá conocer el estado del agua de estanques, lagos, ríos y mares.

Se trata de una embarcación del tipo catamarán de fibra de vidrio de 1,03 metros de largo, 0,35 de ancho, 0,3 de alto, con un peso de 9 kilos, que cuenta con baterías de polímero de litio que permiten brindar una autonomía de 6 horas y que demandó unos 2.000 dólares de inversión en su producción.

La misma puede ser usada en forma manual o automática a través de distintos sensores y equipos con la posibilidad de operar en aguas poco profundas.

“Es un vehículo autónomo de superficie (VAS, tal su denominación), lo diseñamos en código abierto y de bajo costo por lo que nos permite detectar y evaluar parámetros de la calidad de las aguas”, señaló a la agencia Télam el estudiante de posgrado de la UNS en el Departamento de Ingeniería Eléctrica y de Computadoras, Steven Martínez Vargas.

En ese contexto sostuvo que fue diseñado “en un 100% en el Instituto Argentino de Oceanografía con el objetivo de poder instalar diferentes tipos de sensores que nos facilitan la medición de diferentes características de las aguas en diferentes puntos” de un espejo.

Según comentó, el vehículo cuenta con sensores de temperatura, de turbiedad, de clorofila, de hidrocarburos así como de un sonar que permite determinar el fondo del cuerpo de agua analizado.

“Puede funcionar de forma automática, se guía por GPS y a la medida que realiza su ruta va realizando mediciones con los sensores instalados”, afirmó.

Vargas, quien se desempeña como becario en el Instituto Argentino de Oceanografía, señaló que “posteriormente se extraen los datos para poder generar mapas de las variables que se midieron” y analizaron.

“Se puede operar de forma manual, a través de un control del tipo joystick con un radio de 2 kilómetros, mientras que en superficies grandes lo programamos previamente en un software, que suelen utilizar los drones para los vuelos”, explicó.

El investigador aseveró que esta embarcación autónoma “funciona con propulsores eléctricos que se alimentan con dos baterías recargables con una capacidad para poder operar seis horas de forma continúa“, pero también puede duplicarse la portación de este tipo de energía para lograr mayor tiempo de uso.

Según comentó Vargas, este tipo de vehículos “existen en forma comercial, son muy costosos ya que pueden llegar a los 20.000 dólares por lo que es muy difícil adquirirlos para un grupo de investigación o universidades”.

“El objetivo, en este caso, fue desarrollar un equipo de bajo costo con un sistema que no utiliza licencias y está disponible para toda la comunidad en general”, agregó uno de los encargados del proyecto.

En ese sentido dijo que “se diseño el sistema electrónico, de software, proceso que nos tomó más de dos años para desarrollarlo y ponerlo a punto“.

En ese marco los investigadores también diseñaron una aplicación (app) para teléfonos móviles y tablets que en tiempo real le permiten al operador conocer la ubicación del vehículo y su operación.

“La construcción de materiales como el casco y la estructura de fibra de vidrio fue local, como así también los sistemas con un costo total de unos 2.000 dólares”, expresó.

Vargas dijo que “es un equipo que fácilmente se puede trasladar. Buscamos que no sea pesado y que sea portátil para llevarlo a cualquier lugar sin inconvenientes”.

El proyecto resultó ganador el año pasado en el rubro Innovación y Tecnología en el encuentro de Jóvenes Universitarios de instituciones de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay organizado por la Asociación de Universidades Grupo Montevideo en Asunción del Paraguay.

Del desarrollo de esta embarcación autónoma participaron docentes y alumnos de los Departamentos de Ingeniería Eléctrica y de Computadoras, Geografía y Turismo, Ingeniería y Geología, junto con investigadores del Instituto Argentino de Oceanografía (dependiente de la UNS y el Conicet).

Junto a Steven participaron, además, Alejandro Vitale, Sibila Genchi, Simón Nogueira, Agustín Siben, Claudio Delrieux y Gerardo Perillo.

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