Todos los guacamayos de Spix son majestuosamente azules bajo el sol abrasador del noreste de Brasil, pero cada uno es distinto para Candice y Cromwell Purchase.
Cuando estos guacamayos pasan graznando cerca de su casa, la pareja identifica fácilmente al ave número 17 por sus suaves plumas, y distingue al número 16 del 22, que tiene dos cuentas adheridas a su collar radioeléctrico.
Esta familiaridad ofrece un vistazo al compromiso de la pareja sudafricana para salvar a una de las especies en mayor peligro de extinción del mundo.
El guacamayo de Spix —endémico de una pequeña zona de la cuenca del río Sao Francisco, y que ya era poco común en el siglo XIX—, fue declarado extinto en estado silvestre en 2000, cuando un macho solitario sobreviviente desapareció tras décadas de caza furtiva y la destrucción de su hábitat debido al sobrepastoreo. Las pocas aves que quedaban estaban esparcidas en colecciones privadas de todo el mundo.
Para los guacamayos de Spix, inmortalizados en las populares películas animadas “Río”, el camino para recuperarse tras estar a punto de quedar extintos ha sido largo, sinuoso y accidentado.
Amenazas contra el guacamayo de Spix
Las amenazas que habían devastado a los guacamayos de Spix todavía acechan, y ahora las aves enfrentan una más: el cambio climático. El territorio original de la especie se superpone a la que recientemente ha sido designada oficialmente la primera región de clima árido de Brasil.
Las condiciones ahora más secas preocupan a Cromwell Purchase debido a su posible impacto en el hábitat de los pocos guacamayos de Spix que sobreviven.
“En un área seca sólo llueve durante un período muy corto del año. Una sequía durante ese período podría durar un año entero antes de que recibas las siguientes lluvias”, dijo Purchase, un hombre alto y delgado de 46 años.
“Los animales están adaptados a entornos hostiles, pero se encuentran en el límite. Cualquier pequeño incremento de cambio diezmará sus poblaciones”.
En noviembre, dos institutos federales de investigación publicaron un estudio sobre la pérdida de agua de lluvia en las plantas y el suelo entre 1960 y 2020. Mostró que el norte del estado de Bahía, incluido Curaca —donde los guacamayos de Spix tratan de sobrevivir—, ahora tiene las características de un área desértica.
También identificó la expansión del clima semiárido en el noreste, donde viven cerca de 55 millones de personas.
“Si el planeta es más cálido, habrá mucha mayor evaporación. Así que el agua sale del ambiente y genera aridez”, dijo a The Associated Press Alexandre Pires, director de las labores de Brasil contra la desertificación.
Desde 2005, la zona semiárida del país sudamericano se ha ampliado en 300.000 kilómetros cuadrados (116.000 millas cuadradas) y ahora es de aproximadamente tres veces el estado de California.
El gobierno anunciará medidas para evitar la desertificación mediante la promoción de una mejor gestión del suelo y otros recursos naturales en la región.
A pesar del cambio climático y numerosos desafíos, los Purchase han dedicado la mayor parte de su vida adulta a criar guacamayos de Spix y reintroducirlos en la naturaleza.
El viaje llevó primero a los biólogos a trabajar con una colección privada en un oasis en Qatar. Cuando las aves fueron transferidas a una organización sin fines de lucro, la pareja se mudó con ellos a Alemania.
Durante los últimos cuatro años, sus labores han estado enfocadas en la zona rural de Curaca, una localidad anodina de 34.000 habitantes.
Reinsertarlos en sus hábitats
Gracias a un acuerdo entre el gobierno brasileño y la Asociación para la Conservación de Loros Amenazados, una organización alemana sin fines de lucro, se enviaron 52 guacamayos de Spix a Brasil en dos vuelos chárter en 2020.
La policía federal los escoltó a las instalaciones de reproducción y reintroducción a las que se puede acceder tras un viaje de 1 hora por un camino de tierra en mal estado, donde los Purchase viven y trabajan para dicha organización.
Dos años después, 20 guacamayos de Spix fueron liberados en la naturaleza, junto con 15 guacamayas de cara afeitada de origen silvestre, cuyo propósito era “enseñarles” a volar, evitar riesgos y buscar alimento. El año pasado, dos polluelos de guacamayo de Spix nacieron en libertad —los primeros en décadas—, pero no sobrevivieron.
Todas las aves liberadas fueron equipadas con collares radiotransmisores diseñados para resistir los fuertes picos de los guacamayos. Cada collar tiene una antena. Los Purchase y su asistente comprueban la ubicación de las aves tres veces al día.
La mitad de los guacamayos de Spix han muerto, la mayoría por depredación, o han desaparecido. Ahora, los restantes viven a menos de 5 kilómetros (3 millas) de las instalaciones, un complejo que incluye la casa de la pareja y una jaula de vuelo y liberación en forma de “U” de 47 metros (51 yardas) de largo.
En marzo, otros tres polluelos más de color azul claro nacieron en libertad. No sólo sobrevivieron, sino que uno de ellos voló por primera vez la semana pasada, un adelanto enorme.
“Este evento es muy importante porque muestra lo cómodos que se sienten los padres en su entorno silvestre”, dijo Candice Purchase en un mensaje de texto. “(Es) un logro notable para las aves y un éxito increíble para la liberación”.
La importancia de la reforestación
Para mitigar los impactos de la desertificación, la organización alemana que busca salvar a los guacamayos se asoció con una empresa privada, Blue Sky Caatinga, para promover la reforestación de 24.000 hectáreas (59.300 acres) en el territorio del guacamayo de Spix.
Esta iniciativa implica involucrar a pequeños agricultores que dependen en buena medida de la cría de cabras.
A diferencia de cómo fueron mostrados en las películas animadas “Río” y “Río 2”, que atrajeron la atención a la amenaza de extinción del guacamayo de Spix, el hábitat natural de esta ave se encuentra lejos de la ciudad más famosa de Brasil —Río de Janeiro— y de la selva de la Amazonía.
Vive entre la escasa y espinosa vegetación baja del chaparral de caatinga, que a menudo pierde su follaje durante los períodos de sequía. Y el ave utiliza el caraibeira —un imponente árbol de hoja perenne que crece cerca de pequeños arroyos intermitentes— para anidar y alimentarse.
Durante la temporada de reproducción, los árboles permiten a las parejas conservar energía y evitar tener que volar distancias largas para encontrar comida.
Cuando los guacamayos llegaron por primera vez de Alemania, les ofrecieron diversos alimentos silvestres.
“Encontramos que a las aves les tomó un tiempo reconocer que eran alimento”, dijo Purchase.
“Pero el árbol de caraibeira produce una vaina de semillas, casi como semillas con estructura alada. Los Spix nunca antes habían visto algo así. Las pusimos en las jaulas y algunos las recogieron e inmediatamente supieron cómo abrirlas y comerse el grano que había dentro, lo cual fue totalmente extraordinario y nos tomó por sorpresa”.
El proyecto también enfrenta retos fuera del mundo natural
El 15 de mayo, el gobierno federal informó a la organización sin fines de lucro que rescindiría el acuerdo, que expira el 5 de junio. En una declaración a la AP, la agencia ambiental federal de Brasil dijo que descubrió que, en 2023, la organización sin fines de lucro transfirió guacamayos de Spix a otros países, sin su consentimiento, desde su sede en Alemania.
El acuerdo no se renovará hasta que la situación se aclare, pero el gobierno dijo que la organización puede continuar su trabajo de reintroducción. La financiación del proyecto proviene de donantes internacionales.
La tensión en las relaciones ha puesto en pausa los planes para liberar 20 guacamayos por año durante 20 años. “No (hubo) liberación en 2023 y ahora parece poco probable que haya liberación en 2024. Sería una pena que el proyecto fracasara debido a políticas gubernamentales”, dijo Purchase.
Hay aproximadamente 360 guacamayos de Spix en cautiverio en todo el mundo, 46 de ellos en Curaca.
A pesar de los obstáculos, muchos residentes de Curaca, incluso si nunca han visto un guacamayo de Spix, esperan que pronto vuelvan a volar sobre la región y no sólo los vean en las innumerables pinturas que hicieron de esta ave parte de la identidad de la ciudad.
“El proyecto ya es un éxito. Son libres”, dijo Maria de Lourdes Oliveira, cuya familia arrendó parte de su tierra para la reforestación. “Lo más difícil fue que llegaran a Brasil. Lloré cuando los vi salir hacia la libertad y batir sus alas”.
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