El CONICET detectó especies invasoras que ingresan por los puertos de la Patagonia

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En un estudio publicado en julio de este año en la revista Marine Environmental Research, un grupo de científicos del CONICET analizó la procedencia de diferentes especies incrustantes marinas encontradas en los pilotes que sostienen los muelles de los principales puertos de la Patagonia. De los 247 individuos recolectados, 17 pertenecen a especies introducidas y 15 fueron catalogados como criptogénicos, es decir que todavía no se tienen evidencias para decidir si considerarlos exóticas o nativas.

 
“La mayoría de los organismos que fuimos encontrando ya estaban reportados en Argentina, excepto una especie de ascidia que en otras partes del mundo ha sido descripta como una invasora muy agresiva. Las ascidias son organismos vulgarmente conocidos como papas de mar, y algunas de ellas pueden volverse verdaderas pestes en los ambientes marinos”, explica Evangelina Schwindt, investigadora adjunta del CONICET en el Centro Nacional Patagónico (CENPAT-CONICET), y quien se dedica desde hace más de diez años a la detección de especies exóticas marinas.
 
Según la científica es difícil determinar o predecir cuán vulnerable es un puerto porque se deben considerar muchas variables como por ejemplo la densidad de tráfico comercial, las condiciones medioambientales de cada región donante y receptora de organismos y el lugar de procedencia de la embarcación que arriba.
 
Los puertos son el principal punto de entrada de las especies marinas exóticas. “Si bien hay muchos vectores y mecanismos de ingreso, los barcos son los responsables de la mayoría de esas introducciones”, asegura la investigadora.
 
El agua de lastre que utilizan las embarcaciones, para garantizar su estabilidad, es uno de sus principales transportes. Los buques recogen agua en su lugar de partida y en ella viajan desde organismos unicelulares, larvas, algas y hasta peces grandes. Algunos buques arrojan su lastre al llegar a destino y entonces esos organismos son liberados y pueden ingresar e invadir los ambientes de la región.
 
“Todos los buques deberían recambiar toda su agua de lastre en altamar ya que en general, por razones fisiológicas, las especies que habitan en mar abierto no sobreviven tras ser liberados en aguas costeras”, explica Schwindt.
 
Para llevar adelante la investigación se eligieron dos metodologías de trabajo. En una primera instancia se recolectaron especies incrustadas en los pilotes de los puertos patagónicos y, en una segunda etapa, se estudió la abundancia y biodiversidad de los organismos que crecían sobre placas experimentales, fabricadas de material inerte, que se conservaron durante dos años.
 
Según la investigadora: “Estas dos metodologías complementarias nos permitieron saber no sólo cuales son las especies invasoras, sino también qué grupo taxonómico es dominante y cuál es la abundancia de cada uno de ellos. Estos muestreos de biodiversidad los integramos con el análisis de diversas condiciones ambientales y con el movimiento de buques que tiene cada puerto”.
 
San Antonio Este, Puerto Madryn, Puerto Deseado, Punta Quilla, Río Gallegos y Ushuaia fueron los puertos estudiados. En el primero fue donde se encontró la mayor diversidad, número de especies en general y mayor número de especies introducidas. La investigadora explica que se trata de un sitio predominantemente exportador del cual sale toda la producción de frutas y jugos de valle de Río Negro.
 
Puerto Madryn y Puerto Deseado ocupan el segundo y tercer lugar en la investigación, respectivamente, con mayor cantidad de especies ingresadas. “Hay que poner un foco de atención en Madryn por varias razones. El número de organismos introducidos ha crecido en los últimos años, el movimiento portuario ha aumentado y las condiciones ambientales son favorables para su introducción ya que es un lugar protegido con aguas templadas y calmas”, afirma.
 
Algunas especies introducidas tienen efectos positivos o neutros pero las que tienen efectos negativos pueden ser realmente agresivas. En Patagonia es resonante el caso de Undaria, un alga proveniente de Asia que ha crecido de manera indiscriminada y afectó notablemente al ecosistema de la región, a la economía regional y a la sociedad.
 
Muchos de los individuos encontrados son considerados criptogénicos, es decir, tienen origen oculto. No existen suficientes evidencias para categorizarlos ni como nativos ni como exóticos. Para la investigadora son un semáforo amarillo porque todo ese grupo puede pasar a ser considerado introducido.
 
En cuanto a la búsqueda de posibles soluciones que mitiguen el impacto ambiental que puede acarrear el ingreso de especies invasoras a la biodiversidad nativa, la científica habla de implementar un trabajo en conjunto con países vecinos. “La mejor opción para atacar este problema es coordinar medidas de prevención, control y manejo con Brasil y con Uruguay, ya que nuestro intercambio portuario es muy alto. Además, elaborar mapas globales con las rutas de tráfico e invasión de especies en colaboración con colegas de los países del Hemisferio Norte con los que también mantenemos un nivel de comercio frecuente”, concluye Schwindt.

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