El sueño de la criogenización, conservar a muy baja temperatura a seres para reanimarles en un futuro, es una realidad en Alaska. Las ranas de la madera lo hacen cada otoño para prepararse para sobrevivir al duro invierno de esas latitudes, explica el ABC.
Y, según explican los científicos que las han estudiado, se recuperan con mucho mejor aspecto que el filete que sacamos del congelador tiempo después en nuestro hogar. El secreto para logra tal hazaña es bien conocido, pero ahora los investigadores han podido comprobarlo en su medio natural. Y se han dado cuenta de que la tolerancia al frío de estas ranas es mucho más extremo del que se creía.
‘Las ranas de la madera de Alaska pasan más tiempo de congelación y descongelación que un filete en el congelador y la rana vuelve a la vida en la primavera en mejor forma que la carne’, afirma Don Larson, de la Universidad de Alaska Fairbanks y autor principal del estudio, publicado en Journal of Experimental Biology.
En el interior de Alaska, las ranas de la madera pasan el invierno en el suelo cubierto por mantillo y hojarasca, creando hibernáculos, donde las temperaturas pueden mantenerse por debajo de cero durante más de seis meses, alcanzando incluso los -20ºC.
Cuando las células se congelan, se secan y mueren con el tiempo. Para prevenir este efecto, las ranas embalan sus células con glucosa (un tipo de azúcar) que reduce el secado y estabiliza las células, lo que los científicos llaman un proceso de crioprotección.
Las hazañas de las ranas congeladas son más que una curiosidad científica. Los autores creen que, algún día, sus ‘trucos’ tendrán una aplicación en la ciencia del trasplante de órganos humanos. ‘Si la ciencia puede encontrar la manera de congelar los órganos sin sufrir daños se ganaría más tiempo para donarlos a las personas necesitadas’, concluye el investigador.