La mañana del 17 de septiembre, los restos de una ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) sorprendieron a las personas que caminaban sobre la costa de Great Kills Beach, al sur de Staten Island, Nueva York.
El ejemplar yacía bocarriba a pocos metros de la playa hinchado por la acumulación de gases de su cuerpo en descomposición. Tras recibir un aviso de las autoridades, un equipo de biólogos y veterinarios de la Sociedad para la Conservación Marina Atlántica (una asociación que se encarga de monitorear el estado de la vida marina, capturar datos y establecer programas de educación y conciencia ambiental para lograr un impacto positivo para la vida en el océano), acudió al sitio.
El equipo confirmó que se trataba de un macho de ballena jorobada que medía once metros de largo y pesaba aproximadamente 30 toneladas al momento de su muerte. Con el fin de conocer la causa que le costó la vida, la Sociedad realizó una necropsia y encontró que el ejemplar se encontraba en buenas condiciones antes de morir.
El procedimiento reveló que el estómago de la ballena se encontraba repleto de peces, una señal de que se alimentó poco tiempo antes de su muerte. No obstante, la necropsia encontró un par de heridas graves ubicadas alrededor de su cabeza y a un costado de la boca, muy probablemente causadas por humanos.
El sitio de las lesiones y su forma llevó al equipo a inferir que fueron provocadas tras un encuentro con instrumentos de pesca, cuyos engranajes lastimaron al ejemplar, que forcejeó con la estructura tras verse enredado en ella.
La muerte de la ballena encallada ocurrió la misma semana en que la Wildlife Conservation Society presentó las conclusiones de un estudio que reveló la importancia de las costas de Nueva York y Nueva Jersey como áreas secundarias de alimentos para ballenas jorobadas, rorcuales y ballenas minke.
Los veterinarios también hallaron una gran pieza de «escombros metálicos» alojada en sus intestinos, que causó daños graves en el tracto digestivo; sin embargo, la asociación explicó que por ahora califica la causa de muerte como indeterminada, en espera del análisis de muestras enviadas al laboratorio. Finalmente y con ayuda de una excavadora, la ballena fue enterrada en el sitio donde aparecieron sus restos.