Un grupo de turistas que visitaba el Monumento Nacional Wupatki (al norte de Arizona) descubrió cientos de ejemplares de Triops longicaudatus, una especie de crustáceos prehistóricos que compartieron el planeta con los dinosaurios y sobreviven hasta el presente.
Después de una serie de tormentas que provocaron inundaciones en las antiguas estructuras levantadas por los indios Pueblo, los triops sorprendieron a los turistas y guardaparques del sitio.
Lauren Carter, guardaparques del Monumento Nacional Wupatki, explicó a Live Science que desde finales de julio sabían de la formación de lagos temporales en un área del Parque conocida como ball court, donde los pueblos nativos que habitaron el inhóspito desierto construyeron una estructura circular rodeada de muros donde solían realizar juegos de pelota.
Sin embargo, nadie en el Parque esperaba encontrar vida en los estanques temporales. No fue hasta que un visitante se acercó al personal asegurando que había visto algunos renacuajos, que Carter decidió ir a investigar. Una vez en el sitio, la guardaparques descubrió a las pequeñas criaturas nadando de forma invertida cerca del fondo.
Los triops son uno de los seres vivos más antiguos que aún siguen poblando la Tierra. Se trata de crustáceos branquiópodos con un caparazón achatado, tres ojos y unos 70 pares de extremidades del tamaño de un renacuajo, que habitan aguas temporales y lagos en apariencia inertes.
Una característica clave de la supervivencia de los triops durante millones de años es la resistencia de sus huevos, que pueden mantenerse latentes durante décadas en espera de las condiciones adecuadas para eclosionar.
A pesar de su apariencia inocua, algunas especies de triops son consideradas una plaga para cultivos como el arroz y en España forman parte del catálogo de especies exóticas invasoras.
Actualmente se tiene registro de diez especies distintas que se alimentan de larvas y otros animales acuáticos microscópicos. Y aunque la mayoría no superan los 90 días de vida, son cada vez más populares y debido a su apariencia prehistórica, son comercializados popularmente como parte de juguetes para niños que simulan kits paleontológicos, anunciados como ‘fósiles vivientes’ o ‘camarones dinosaurio’.