Argentina: Juncal y Arenales sobrevivieron al infierno de los galgueros y hoy viven felices

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No se conocían pero hoy son inseparables. Sus vidas habían estado ligadas por un denominador común: el maltrato y la explotación en manos de galgueros. Pero un día lluvioso de mayo, en la localidad de General Las Heras y cuando su vida pendía literalmente de un hilo, la suerte para Arenales cambió: ‘estaba tirada en una zanja, quién sabe hacía cuántos días. Era un esqueleto forrado en cuero y los gusanos habían comido una de sus patas. Su corazón casi no latía. Nunca sabremos cuánto tiempo pasó sin poder moverse en ese pastizal con agua sucia, pero hoy que la conozco puedo imaginar sus noches de terror. Han pasado muchos años desde ese día, y su miedo a las tormentas permanece intacto’, recuerda Isabel de Estrada, quien rescata animales en situación de vulnerabilidad y que dirige, junto a Martín Orozco y un grupo de personas preocupadas por el bienestar de los cuatro patas, Fundación Zorba donde trabajan hace más de diez años por un futuro sin violencia animal.

Más tarde, Isabel pudo reconstruir la historia de este galgo y supo que había pertenecido efectivamente a unos galgueros. Pero se había quebrado una pata y, como ya no servía para las carreras, simplemente se deshicieron de ella y la dejaron abandonada al costado de la ruta, de donde luego fue levantada. Con paciencia y dedicación, Isabel pudo lograr que Arenales confiara en ella, le dejara curar sus heridas y ganara peso para someterse a la amputación de su pata, que se había infectado. ‘De una sumisión total y timidez desmedida, a medida que mejoraba, se convirtió en una loca descocada y, como dirían las abuelas, una cabecita fresca. Una vez que cobró fuerza, surgió su verdadera personalidad de diva’, dice Isabel con una sonrisa.

Mientras Arenales se recuperaba, el trabajo de Isabel no le daba descanso: aunque las carreras de galgos están prohibidas, en muchas zonas del país continúa siendo una práctica habitual e ilegal, al igual que muchas otras formas de maltratos y abusos hacia los animales. Y así fue que un frío día de invierno, mientras recorrían Lobos por trabajo, Isabel y Martín encontraron a Juncal. ‘Tenía una atrofia en su mano izquierda y estaba relegada dentro de un lote de perros. Estaba muy castigada y sufrida. Casi no se movía, su mano atrofiada le trababa la otra y eso no le permitía caminar. Pensamos que alguna vez algo le pasó con sus crías pues tiene pasión por los cachorros y donde hay uno, lo hace propio y lo cuida’, explica Isabel.

La pata de Juncal también fue amputada y así su destino se unió al de Arenales. ‘Fueron amputadas con un día de diferencia y por eso sus nombres se deben a que ¡son mano única! Hoy son un canto a la vida’, asegura De Estrada. Ellas son perfectamente conscientes de su discapacidad pero la transforman en una ventaja. Con el tiempo, Arenales se transformó en una explosión de ritmo, plasticidad, elegancia, curvas y contra curvas. Por su parte, el carácter de Juncal se mantuvo constante como es ella, firme y madura.

En franca recuperación, Juncal y Arenales empezaron a convivir en la casa de campo de Luján donde Isabel y Martín viven y trabajan. Aunque en un primer momento se ignoraron, jamás se enfrentaron y, pasado un tiempo, fueron una. ‘Si conocen la expresión hermanas de la vida, en este caso es aún mayor, ellas son gemelas de la vida. Siempre buscan una mirada cómplice entre ellas y no comprenden la ausencia de la otra. Jamás están separadas’, dice Martín Orozco, que comparte prácticamente todo el día con las perras.

Amanecen muy temprano. Arenales quiere salir de inmediato, mientras que Juncal hace fiaca y espera algunos mimos. Sólo después de ese rito de estiramiento está preparada para empezar el día. Arenales sale mirando si hay algo para cazar. En cambio, Juncal da un par de ladridos y vuelve a afirmar cada mañana su territorio y su rol de Jefa de la Fundación. Luego saltan a la camioneta para los mil recorridos diarios. ‘No les preguntamos la edad aunque sabemos que son chicas experimentadas. Especialmente a Arenales sabemos que no le gustaría decirla. Están en cada momento de nuestras vidas y hoy son las líderes y las representantes de Fundación Zorba, dando testimonio y ejemplo de recuperación y alegría’, asegura Orozco.

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