Según agentes de la Comisión de Pesca y Conservación de Vida Silvestre de la Florida (FWC), Bruce Wayne Bivins se demoró menos de 40 minutos para encontrar un nido de tortuga en Singer Island, meter 93 huevos en una bolsa y caminar por las dunas hasta la carretera Highway A1A, donde un cómplice lo esperaba en una camioneta. Fue la víspera del Día de Recordación, y las tortugas estaban en plena actividad en la construcción de nidos.
Los hombres esperaban vender los huevos de tortuga (que se estima valen alrededor de $370 en el mercado negro) a compradores locales que los consideran una delicadeza, según la orden de arresto que se presentó en contra de ambos esta semana. Sin embargo, los hombres no contaban con que agentes de la FWC los estaban vigilando desde el principio.
Bivins y su cómplice Carl Lawrence Cobb, de 63 años, ahora enfrentan cargos federales de conspiración para delinquir y violar una ley que prohíbe la venta de animales en peligro de extinción y por violar la Ley de Especies en Peligro de Extinción, que protege a las tortuga y a sus huevos. De ser hallados culpables, los hombres enfrentan hasta 10 años de cárcel. Bivins, quien con anterioridad había sido arrestado por estar en posesión de huevos de tortuga, le dijo a los agentes que los huevos eran para consumo personal, de acuerdo con la orden de arresto.
Los huevos, que posiblemente puso una tortuga en peligro de extinción, son poco menos que un milagro: las tortugas de mar se encuentran entre los animales más amenazados de la tierra, en primer lugar por las graves pérdidas de nidos que hay por todo el planeta.
Durante el largo viaje en el mar para aparearse y depositar los huevos, las tortugas de mar corren el riesgo de morir pescadas, perecer debido a la contaminación y por desechos marinos. Aunque los esfuerzos de conservación en regiones como la Florida han mejorado las cifras de las poblaciones en los últimos 20 años, la posibilidad promedio de que sobrevivan hasta convertirse en adultas todavía es de menos de un por ciento.
“Este tipo de delito es muy extraño que suceda en la Florida, pero aún ocurren uno o dos casos todos los años”, dijo Justin Perrault, director de investigaciones del Loggerhead Marine Center en Juno Beach, a unas pocas millas al norte de donde los agentes arrestaron a los presuntos delincuentes. “No se encuentra entre las mayores amenazas a su supervivencia, pero se sigue considerando un delito grave, ya que las tortugas de mar están protegidas por leyes estatales y federales”.
En muchas playas del sur de la Florida, un ejército de voluntarios ayuda a los grupos de conservación de tortugas a contar los nidos y a patrullar los largos tramos de arena donde las hembras llegan entre marzo y octubre para depositar miles de huevos. Los voluntarios marcan los nidos, basándose en las huellas que la madre deja en la arena, identifican a las especies y monitorean la actividad de las tortugas. En algunas áreas como Juno Beach, las patrullas trabajan de noche, monitoreando los nidos y vigilando cualquier problema y actividad delictiva, dijo Perrault.
Sin embargo, este no es el caso en Singer Island, en Riviera Beach. Y durante el fin de semana por el Día de Recordación, la playa posiblemente estuvo más desierta de lo habitual debido a las órdenes de permanecer en la casa que estaban en efecto para mitigar la propagación del coronavirus.
Según la orden de arresto, Cobb conducía una camioneta de color verde, y dejó a Bivins cerca de la playa la noche del 24 de mayo. Investigadores de la FWC vieron que Bivins llevaba un palo largo y una bolsa vacía, y entonces le dieron la voz de alarma a dos agentes que patrullaban la playa a pie.
“Mientras caminaba por la playa, Bivins exploraba y cavaba en la arena”, y luego fue visto “cuando metía y sacaba las manos de la bolsa”. Al cabo de unos minutos los agentes lo vieron dirigirse a la carretera con la bolsa, que entonces parecía pesar.