Carrera contrarreloj para rescatar a un grupo de jirafas atrapadas en una isla de Kenia

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Trabajadores del Servicio de Vida Salvaje de Kenia (KWS), miembros de las organizaciones Save Giraffes Now y Northern Rangelands Trust y habitantes de dos comunidades locales comenzaron la pasada semana el rescate de ocho jirafas de Rothschild, una subespecie amenazada de extinción, que se habían quedado atrapadas en una isla dentro de un lago cuyo nivel de agua sube de manera alarmante. Dos ejemplares, llamados Asiwa y Pasake, han sido trasladados ya en una barcaza creada para tal fin hasta la reserva de Ruko, en zona segura, y se espera que los seis restantes sean movidos en las próximas semanas.

“Este rescate era muy urgente”, aseguró David O’Connor, presidente de Save Giraffes Now, “no podíamos esperar un mejor resultado y estamos ansiosos por trasladar lo antes posible a los demás”, añadió. Por su parte, Patrick Omondi, responsable de planificación del KWS, recordó el estado crítico en el que se encuentra esta especie. “En Ruko estarán a salvo de predadores, cazadores y otras amenazas”, dijo.

Estos ocho animales pertenecen a una de las subespecies de jirafa con mayor riesgo de extinción debido a la pérdida de su hábitat, las sequías prolongadas y el furtivismo. En la actualidad quedan menos de 3.000 ejemplares en África.

La barcaza en la que se está llevando a cabo el traslado, uno a uno, de los ejemplares está diseñada específicamente para esta tarea. Se trata de una estructura rectangular hecha de acero colocada sobre unos bidones vacíos para que flote y con una altura suficiente para impedir que la jirafa salte al agua durante la maniobra. La barcaza es remolcada por el lago por otra embarcación a lo largo de unos seis kilómetros y medio hasta la reserva de Ruko, donde se encuentra el santuario para jirafas de unos 17,6 kilómetros cuadrados. Durante su traslado, los animales son sedados y se les pone una tela en los ojos.

Para protegerlo de la caza furtiva, este grupo de jirafas fue introducido en una península del lago Baringo en 2011. Sin embargo, el aumento del nivel del agua debido a las intensas lluvias de los últimos años dejó a los animales completamente aislados en un pequeño trozo de tierra salpicado de algunas acacias denominado la isla Longicharo. “El agua sube a unas seis pulgadas por día [más de 15 centímetros], lo que convirtió este rescate en una carrera contra el reloj”, comenta O’Connor, “hemos estado planificando todo desde hace dos años”.

Los dos primeros animales trasladados, la hembra adulta Asiwa y la juvenil Pasake, eran los que corrían más peligro pues estaban en una parte separada de la isla con escaso alimento a su disposición. Los conservacionistas y miembros de las comunidades locales han estado llevando comida y realizando controles médicos a estas jirafas en un intento de mantenerlas con vida, pero sus condiciones iban empeorando. Se espera que el traslado de otra hembra llamada Susan se produzca en los próximos días mientras que otras cuatro hembras, llamadas Nkarikoni, Nalangu, Awala y Nasieku, así como el macho adulto Lbarnnoti, tendrán que esperar unas semanas.

En los últimos años nacieron hasta ocho crías, pero seis de ellas murieron debido a los ataques de serpientes pitones, la escasez de alimentos en la isla y otras causas naturales. Sin embargo, hay esperanza. Nkarikoni está embarazada y se espera que el nuevo ejemplar nazca ya en la reserva de Ruko, creada en 2006, donde no solo tendrá mucha comida a su disposición sino mayor seguridad pues se trata de un espacio vallado para impedir la entrada de depredadores y cazadores furtivos.

La salvación de estos animales ha contribuido también a unir a las dos comunidades que habitan el lago Baringo, según asegura Save The Giraffes Now. “La difícil situación de estas jirafas empeoró hasta tal punto que los ancianos de los grupos que habitan esta área, los Pokot y los Ilchamus, dejaron de lado años de conflictos para unirse”, explica esta organización en un comunicado. “Estas jirafas son el corazón de nuestra tierra”, aseguró Mike Parkei, vigilante de la reserva, “sabíamos que teníamos que unirnos y hacer lo posible por salvarlas”.

O’Connor se muestra optimista. “Históricamente, estos animales una vez vagaron por todo el valle del Rift en Kenia y en Uganda. En 40 o 50 años esperamos que vuelvan a ocuparlo a través de una serie de reservas unidas entre sí, es inimaginable una África sin jirafas y este rescate puede contribuir a asegurar el futuro de esta especie”.

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