La reserva de Yasuní no es la única amenazada por la riqueza petrolífera de su subsuelo. El parque más antiguo de África, el de Virunga, al este de la República Democrática del Congo (RDC) —donde habita el 25% de los gorilas de montaña que aún quedan— también está envuelto en una polémica similar. Hace ya cinco años que el Gobierno autorizó las prospecciones. Estas han sido adjudicadas a la petrolera británica Soco. Y las conversaciones a tres bandas (Congo, empresa y ecologistas) no avanzan. El pasado día 30 la petrolífera emitió un comunicado en el que empezaba afirmando que “cualquier cambio en los límites del parque es competencia exclusiva del Gobierno de la RDC”. Lo suficiente para temer que una de las opciones que se barajan para permitir las exploraciones sea reducir la zona protegida.
“También he dejado claro en mis conversaciones con WWF (la ONG que lidera la oposición al proyecto) que si el Estado decidía seguir con la búsqueda de petróleo, el mejor operador sería una compañía responsable y auditable como Soco”, dice su presidente, Rui de Sosa, quien además destaca que la zona a explorar es el lago Edward, lejos de las montañas, y el beneficio económico para la población de los trabajos.
WWF no está de acuerdo. La explotación del parque debería aportar los suficientes fondos a la zona, afirma, y sería la mejor manera de preservar las 700 especies de aves, 109 especies de reptiles y 78 especies de anfibios que hay en el parque, de las que más de 350 son únicas.
Los gorilas, mientras tanto, hacen su vida. Bastante tienen con evitar a los furtivos.
El País