Crece la población de un ave en Santa Cruz que hasta hace poco se creía extinta

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Se los ve sobresalir esbeltos de la superficie de algunos terrenos anegados —de esos que no abundan en la estepa patagónica— o a orillas de algún río desbordante. Así, los juncales propician la interacción entre distintos mundos, donde invertebrados e insectos se convierten en alimento de cientos de aves que cada año llegan a anidar. De ahí la importancia de la salud de sus ecosistemas.

Sin embargo, hace no tanto se ha podido comprobar que hay una especie de ave particular, que encuentra entre los juncos el alimento y la forma de hacerle frente a los crudos inviernos santacruceños. Hablamos de la Gallineta chica, para la cual era fundamental revertir la degradación de estos frágiles ecosistemas a la que venían siendo sometidos por la forma intensiva de producción ganadera. Y todo indica que en ciertos sitios se está logrando.

La gallineta chica fue considerada extinta en Santa Cruz durante gran parte del siglo XX, hasta que fue redescubierta a fines de los 80 en el sudoeste provincial, por los investigadores Pablo Sturzembaun y Santiago Imberti. A partir de allí, se empezaron a hacer monitoreos, encontrándosela en otros humedales pródigos en los juncales.

En las áreas del norte santacruceño, allí donde la Fundación Rewilding Argentina compró establecimientos ganaderos en los que luego se pudo cambiar el uso del suelo, los juncales se pudieron multiplicar y empezaron lo que benefició a sus habitantes, las gallinetas. “En esos lugares, el hábitat se había modificado. Al restaurarlo, las gallinetas volvieron a prosperar”, explica Amanda Manero, directora de Fauna del Consejo Agrario Provincial (CAP).

“Todas esas amenazas las fuimos tratando, haciendo control de exóticas, sacando el ganado, re encauzando las vertientes. Eso hizo aumentar la superficie del juncal. Empezamos a tener registro de gallinetas en esos sectores”, confirma Emanuel Galetto, coordinador del equipo de Rewilding en Parque Patagonia.

“En el establecimiento El Unco, donde trabaja Rewilding Argentina, las gallinetas aumentaron su número y encontraron un muy buen lugar para su reproducción” afirma Manero, que además destaca la sinergia con los investigadores de la Fundación, en los trabajos de investigación, relevamiento y reintroducción. “Antes de permitir reintroducir o traslocar ejemplares de un ambiente a otro, solicitamos muchos estudios previos en el ambiente donde se pretende realizar”, resalta.

Los resultados de los estudios poblacionales son alentadores y revelaron que, en algunos lugares, donde hubo restauración de juncales, las poblaciones crecieron.

Los investigadores, utilizando cámaras trampa, construyen “índices de abundancia relativa” para calcular la cantidad de individuos de una especie y en relación con otras. “Desde que comenzamos a trabajar, el número de las gallinetas aumentó 8,5 veces, es muchísimo”, celebra Galetto. Nada es casualidad. Gracias a las tareas de restauración “pasamos de tener 8 hectáreas de juncal a 27 hectáreas”, agrega.

Para el monitoreo de esta escurridiza especie, al trabajo con cámaras trampa hay que agregar la colocación de anillos identificatorios (ya lo tienen 40 individuos), y están en carpeta otras dos tecnologías que permitirán conocer más de este bello animal y su frágil ecosistema: transmisores con GPS y medidores de la altura del agua del juncal para conocer su variabilidad con los años.

El juncal de El Unco estaba degradado, sometido a sobrepastoreo, a fuegos para obtener rebrotes, con las vertientes totalmente canalizadas para regar laderas, y con presencia de especies exóticas, como el sauce o los visones. Con mucho esfuerzo y sumando voluntades, los resultados están a la vista.

“Estamos convencidos de que la producción ganadera puede desarrollarse manteniendo los estándares para sostener representantes de la vida silvestre, y porque nosotros también necesitamos de la ganadería”, expresa la funcionaria de la CAP.

Está comprobado que los ambientes son más estables cuando hay mayor cantidad de especies y más abundante su número, y que esto beneficia a todas las actividades humanas. “Ecológicamente, las gallinetas chicas son tan importantes como cualquiera de los habitantes de los humedales patagónicos”, dice Amanda. Y es que, la salud de su población será representativa de la de su ambiente y de la de nosotros.

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