La pandemia y todos los cambios de hábitos asociados, empezando por el propio confinamiento, no sólo afectan al ser humano, también al que se considera su mejor amigo de cuatro patas, el perro. Si en los últimos meses algunos de los canes pueden no haber llevado demasiado bien las limitaciones de los paseos, con el regreso a la nueva normalidad, algunos animales podrían padecer anímicamente dejar de ver tanto a su dueño o a su familia humana, con quienes han estado conviviendo más que nunca. Los veterinarios alertan de posibles secuelas y se preparan para hacerles frente.
“El confinamiento ya ha tenido una afectación para algunos perros, que han estado más nerviosos y más excitables de lo habitual, sobre todo en las semanas más duras del confinamiento”, explica Jaume Fatjó, miembro de la junta del Col·legi Oficial de Veterinaris de Barcelona (COVB) y que ejerce como portavoz del organismo sobre esta materia. Fatjó es también director de la Cátedra Fundación Affinity-Universitad Autònoma de Barcelona (UAB) Animales y Salud, desde donde se está haciendo un seguimiento de los efectos del confinamiento en los animales de compañía.
Espacio y rutinas
“En los gatos también hay una afectación, aunque es diferente. Ellos sufren el confinamiento de distinto modo”, apunta el veterinario e investigador, que recuerda el carácter más independiente y también solitario de los felinos.
En este punto incide que ellos necesitan tener su espacio y que requieren también de rutinas. Algunos pueden estar deseando tener de nuevo sus apreciados momentos de soledad en un domicilio que últimamente ven demasiado concurrido. En los perros se ha detectado una mayor afectación desde el principio.
Como apunta Fatjó, los hay que han estado más nerviosos de lo habitual, especialmente en las primeras semanas del confinamiento por la limitación en tiempo y en distancia de unos paseos en los que, además, al menos en teoría, no han podido interactuar con otros canes o personas. Sin embargo, los principales problemas pueden venir a partir de ahora. Porque, aunque los paseos han sido más cortos, todos por regla general han agradecido pasar más tiempo con sus familias humanas. “Y esto es precisamente lo que puede provocar que con la desescalada aparezcan problemas relacionados con la separación: frustración, ansiedad…“, manifiesta el portavoz del COVB. Los canes han visto modificadas unas rutinas que volverán a cambiar y, a diferencia de los humanos, no entenderán qué es lo que está pasando. “Muchos perros podrían tener dificultades para acostumbrarse a estar de nuevo solos en casa”, añade Fatjó.
En el caso de algunos, esas “dificultades” ante la soledad ya estaban antes de la Covid. Para estos perros el tiempo de confinamiento ha sido un paréntesis, aunque no se descarta que esa misma frustración o ansiedad por la separación se pueda dar también en algunos animales que hasta ahora no la habían manifestado.
“Es difícil dar un consejo porque depende de cada perro, de cada circunstancia y de cada contexto, pero si hay que dar uno muy general sería que hay que acostumbrar a nuestros perros a que tengan también momentos de soledad poco a poco. Por ejemplo, salir a la calle toda la familia y que se queden en casa solos”, señala el director de la cátedra de la UAB.
Ladridos excesivos, destrozos o que los animales orinen o defequen en casa cuando no lo hacían, serán señales de alarma. Si el problema perdura, Fatjó recomienda ponerse en contacto con un veterinario de manera inmediata. “Y buscaremos una solución, porque la hay”, sentencia.