Un hallazgo en la Antártida ha causado gran conmoción entre la comunidad científica. Se trata de una criatura primitiva parecida a un insecto, que ha sobrevivido a 30 eras de hielo, la cuál fue redescubierta recientemente por un equipo de biólogos que la estuvo buscando durante décadas, pues se creía extinta.
“Esto es a lo que nos referimos cariñosamente como el colémbolo fantasma”, dice el profesor de biología de BYU (Brigham Young University) Byron Adams, quien realiza investigaciones regulares en la Antártida.
“Y lo llamamos el colémbolo fantasma porque es blanco, como un fantasma, pero como no lo habíamos encontrado después de buscarlo durante años y años y años, comenzamos a preguntarnos si era real, si realmente existía”, expresó el científico.
En un artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, los investigadores utilizan la historia de pequeños animales antárticos microscópicos para solidificar exactamente cómo se desarrolló la dinámica de la capa de hielo a lo largo del tiempo y cómo afectaron los ecosistemas históricos.
“La historia evolutiva de los organismos biológicos puede corroborar lo que inferimos de la glaciología y la geología sobre el cambio climático en el pasado”, dijo Adams en un comunicado. “Al hacerlo, podemos predecir mejor cómo la vida en la tierra podría responder a este tipo de cambios ahora”.
Los investigadores han pasado los últimos 20 años recolectando muestras de seis especies diferentes de microartrópodos en 91 lugares de la Antártida. Estos diminutos animales, conocidos como colémbolos, viven en el suelo.
Tienen una movilidad muy limitada y solo pueden colonizar áreas libres de hielo.
Científicos descubrieron cuatro especies diferentes
Al estudiar sus ubicaciones actuales y los patrones de divergencia genealógica y evolutiva, Adams y su equipo pueden comprender mejor cómo la capa de hielo de la Antártida occidental ha cambiado con el tiempo.
Los investigadores encontraron cuatro especies de las criaturas, cada una de las cuales mostraba poblaciones genéticamente distintas en lugares probablemente aislados durante millones de años.
Las otras dos especies eran menos diversas genéticamente, aunque su distribución estaba restringida. Juntos, estos patrones dan una estimación independiente del momento y la magnitud de los avances y retrocesos de la capa de hielo de la Antártida.