En el patio de su casa, con el mate de la mañana recién preparado, el gualeguaychuense vio una especie de picaflor que es endémica de Brasil, un colibrí escamoso (Heliomaster squamoso). Hasta el momento, nadie lo había registrado en Argentina, a excepción de un observador de pájaros de Puerto Iguazú.
Se llama Gustavo Puente, es ingeniero electromecánico y docente, especialista en Gestión de Calidad y Productividad. Hace 15 años empezó a observar y fotografiar aves con conocidos más expertos en la materia. Fue un camino de ida.
Supone que, en cierto punto, esta pasión por observar aves encuentra su explicación en el hecho de haber crecido en el campo. Lo que primero lo atrapó fue descubrir la inmensa diversidad que hay en Entre Ríos y después el asombro ante sus formas, sus colores, sus cantos, sus comportamientos, dietas y, finalmente, entender los roles que desempeñan en los ambientes de la naturaleza.
Para quienes quieran comenzar con esta actividad, Puente recomienda recurrir a lugares domésticos, lo más cerca y accesible, como un patio, un baldío, una plaza, un parque, una reserva natural. Y para experiencias más excitantes: “Elegir primero el ambiente siempre nos dará posibilidades de anticipar el grado de éxito del avistaje. En principio, cualquier humedal o monte ribereño es un lugar altamente productivo, sin embargo, los pastizales y montes de espinal pueden mostrarnos otras cosas y familias de aves típicas”.
En este contexto de quedarnos en casa para evitar la propagación del coronavirus, Gustavo Puente logró continuar con su actividad y, paradójicamente, desde su propio patio ubicado en el centro de la ciudad de Gualeguaychú, tuvo una de las experiencias más excitantes de su historia como birdwatcher.
“Cada observador de naturaleza está viviendo este encierro de manera diferente, algunos con más suerte que otros, pero bueno, si hay algo que tiene la naturaleza es que no agota la capacidad de asombro. La rutina de mirar para arriba buscando aves, hizo que el jueves de la semana pasada inicie temprano la salida de exploración matutina al patio y descubrí un picaflor que a ojo de observador me lleno la cabeza de preguntas, parecía un Picaflor de Barbijo (me saco una sonrisa en alusión al momento de barbijos), que si bien es una especie poco frecuente, cada tanto ha visitado mi patio. Pero éste tenía algunas marcas que no me cerraban. Como en esto no estamos solos, rápidamente reporte imágenes a un grupo Alertas Ornitológicas de Argentina y al rato me hice de un montón de amigos que querían alojamiento en mi casa. Fue muy cómico que en un estado de parálisis turística, estuvieran tan dispuestos a viajar a Gualeguaychú. Fue una bomba. Estaba ante un hecho trascendente porque la especie es endémica de Brasil y a pesar de haberla registrado un colega en Puerto Iguazú, pasaba a ser el Registro en eBird más austral de la especie. Esto provocó un tsunami de llamadas telefónicas, interesados para hacer notas científicas del caso, autorizaciones para usar las imágenes, etcétera”.
Al ser consultado sobre si la aparición en esta zona de ese picaflor puede tener relación con la merma de presencia humana en las calles, Puente explicó que “los picaflores son animales muy sociables y despiertan mucho interés ciudadano en ayudarlos a vivir, pero todo puede ser; a esta altura tenemos pocos datos como para sacar conclusiones”.
No obstante, en el ambiente ornitológico ya está circulando toda la información que, desde el patio de su casa, tanto Gustavo como algunos vecinos que se sumaron a la observación, están anotando: qué está comiendo, confirmar si la compañera lo acompaña, si está nidificando, etc. “Yo supongo que debe haber otros volando en la región pero que faltan observadores”, señaló, y en ese sentido informó que “la idea es lanzar lo antes posible una actividad en cuarentena orientada a observar los picaflores del patio con asistencia para quienes quieran iniciarse en esto de la observación de aves y en especial de picaflores”.