Las tarántulas, al igual que los humanos, pueden sufrir estrés y las consecuencias de este estado se hacen visibles. Una de las arañas que interceptaron hace pocos días en un envío desde Brasil a EE.UU. había perdido el pelaje de su trasero. En total eran ocho las tarántulas brasileñas de rodilla blanca que, víctimas del tráfico ilegal, viajaban encerradas en táperes envueltos en servilletas de papel.
Las tarántulas fueron rescatadas, pero para una de ellas el viaje significó un estrés tan grande que se arrancó todo el pelo de la parte trasera. “No les gusta ser transportadas. Lo sabemos porque aquí está el trasero calvo de una tarántula”, tuiteó la entomóloga Gwen Pearson la semana pasada.
“El pelo que esta especie tiene en el trasero pica mucho” y es “la principal defensa” que tienen estos animales, más que sus picaduras, explicó Pearson. Este pelo pica “más que la fibra de vidrio” y, aunque no representa una gran amenaza para los humanos, es “muy grave” para pequeños ratones u otros depredadores que tratan de comerse una tarántula, adelantó la experta.
They do NOT enjoy being transported. We know that because here is a bald tarantula butt. This species has very itchy butt hair, and kicking it at attackers is their primary defense, not biting 🍑 pic.twitter.com/yx4fE105tD
— Gwen Pearson (@bug_gwen) August 6, 2020
Ahora la tarántula que quedó calva vivirá en el zoológico de insectos de la Universidad de Purdue, Estados Unidos, donde la cuidarán y recuperará su pelaje, aunque el proceso no es tan fácil como en los humanos, y para recuperarlo habrá que esperar a que crezca toda una nueva capa de piel.
We will use these little ladies in our educational programs, and (hopefully) to breed to reduce pressure on wild populations from the pet trade. This is how you ship a wee tarantula— lots of padding for fragile exoskeletons pic.twitter.com/miLdG5otjW
— Gwen Pearson (@bug_gwen) August 6, 2020