Medir más de 20 metros y pesar cerca de 70 toneladas no te hacen automáticamente invencible. De hecho, los dos pescadores Pat Foster y Adrian Colaprete supieron en cuestión de segundos que una ballena franca glacial (en peligro de extinción) necesitaba su ayuda.
Los dos sujetos estadounidenses se encontraban ayudando a un equipo de científicos en alta mar cuando Foster vio a una ballena que nadaba de forma extraña.Podrían haber pasado largo y haber seguido con su trabajo a 80 kilómetros de la costa de Virginia pero tras observar varias cuerdas junto al cetáceo, el Capitán Foster ordenó a su tripulación dar la vuelta para comprobar qué le pasaba al animal, según thewyldlife.com.
Una vez cerca de la ballena franca glacial (bajo protección internacional desde 1949) Colaprete se prestó voluntario para bajar y echar un ojo. Aunque sí lo intuían, desde la superficie no se veía con claridad que el animal había quedado atrapado por una cuerda perteneciente a una red de pesca. ‘No podía verla, estaba muy lejos y de repente apareció y era casi como si un submarino estuviese viniendo hacia mi’, ha explicado Colaprete.
El pescador liberó a la ballena franca, una de las especies más raras de cetáceo y de la que se cree solo quedan un centenar de ejemplares en todo el mundo.