En las profundidades oscuras de los mares africanos, una bestia ciega con un hocico prominente se esconde de la luz. Con hileras de dientes triangulares y afilados, se distingue de entre otros tiburones por su capacidad natural para detectar campos eléctricos en espacios sombríos. Pegajoso y de una coloración inusual, el tiburón duende es uno de los peces más extraños que existen en el mundo.
Catalogado bajo el nombre científico de Mitsukurina owstoni, el tiburón duende llama la atención desde los colores que tiñen su piel. En algunos ejemplares, es común encontrar tonalidades similares a las de la carne roja, como si estuviera lastimado, o recuperándose de llagas infectadas. Sin embargo, también hay ejemplares que van desde el lila hasta el rosa pálido, siempre limitando con tonos grises.
La característica que lo distingue de otras especies de tiburones es que puede retraer su hocico. Conocida como boca protrusible, esta habilidad le permite mover la mandíbula dentro y fuera de su cabeza, desde debajo del ojo hasta debajo del hocico. Además, en esta zona del cuerpo cuenta con una serie de órganos sensoriales que le permiten reconocer campos eléctricos en el agua a distancias considerables.
Una mandíbula única
Generalmente, el tiburón duende se alimenta de peces medianos, calamares y crustáceos. Gracias a la morfología única de su mandíbula, le es fácil destrozar pedazos de carne grandes, incluso si tienen una concha que los recubra. Se sabe que son depredadores voraces desde sus primeros años de vida.
A pesar de esto, son animales tímidos que sólo se acercan a la superficie durante las noches. Prefieren deambular durante el día a menos de mil 300 metros por debajo de las olas. Es sabido que pasan la mayor parte de su vida en completa oscuridad. Aunque ha sido avistado principalmente en las costas de Tanzania y Sudáfrica, se tiene registro de este animal en las cercanías de Australia también.