El pangolín es uno de los mamíferos con el que más se trafica en el mundo

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Un pequeño animal con escamas, semejante a una piña de pino sobre patas, anda lentamente por el bosque. Apenas puede ver y no tiene dientes. Y aunque no parezca un oponente temible, este inusual animal podría asustarle si fuera usted una hormiga.

 
El pangolín, que vive en las regiones de Asia y África, está perfectamente adaptado para cazar a su presa. El animal puede excavar grandes agujeros en los hormigueros y nidos de termitas, con sus afiladas garras. Poco después, su pegajosa y larga lengua le permite atrapar a sus presas como si de una tira de papel matamoscas se tratara.
 
Sus duras escamas y su capacidad para cerrar su nariz y oídos, hace que la habitual estrategia defensiva de las hormigas (aglomerarse y morder) sea inútil.
 
Los insectos están indefensos de acuerdo con la organización conservacionista de animales WWF, pero los pangolines también. Están amenazados por la caza furtiva y una creciente demanda de su carne y escamas en África y el Lejano Oriente.
 
En África se aprecia su carne silvestre. Y sus escamas, compuestas por queratina (como el cuerno de rinoceronte o las uñas del ser humano) así como otras partes del cuerpo, incluyendo los huesos, los ojos, las garras y el corazón se utilizan como medicina y en prácticas culturales, tales como ceremonias para atraer lluvia, o para alejar a los malos espíritus.
 
No obstante, su demanda es mayor en China y Vietnam. Allí, se considera un manjar tanto la carne del animal adulto como la del feto, y se cree que confiere beneficios para la salud de quien lo consume. Las escamas, la sangre y otras partes del cuerpo se utilizan en la medicina tradicional para tratar diversas dolencias como el asma y la artritis.
 
Las ocho especies existentes están protegidas por tratados internacionales y su estado varía de ‘vulnerable’ a ‘en peligro de extinción’ en la Lista Roja de especies amenazadas de la UICN. Pero de acuerdo a informes de pangolines muertos incautados y su disponibilidad en restaurantes y mercados, los conservacionistas estiman que el número de ejemplares está en declive, especialmente en Asia.
 
No es de extrañar que el comercio ilegal de pangolines continúe, a pesar de las sanciones y los esfuerzos por detenerlo. Los animales tienen un valor de hasta 1.500 dólares por kilo en Vietnam. El mismo informe revela que los pangolines se venden por 250 dólares el kilo en restaurantes. En algunos lugares, los animales se sirven incluso vivos a la mesa, donde son degollados para ofrecer su sangre al comensal como afrodisíaco.

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