El zoo de Barcelona rechaza el traslado de la elefanta “Susi” a un santuario

Mรกs leรญdas

Dos trabajadores ofrecen los cuidados diarios a la elefanta Susi limpiรกndole las patas y las orejas en entrenamientos voluntarios mientras el director del Zoo, Sito Alarcรณn, dice seguro: โ€œNo hay mejor santuario para ella que este Zooโ€.

13 aรฑos despuรฉs de la campaรฑa que impulsaron para liberar al paquidermo, los grupos animalistas Libera y ahora tambiรฉn la fundaciรณn Franz Weber, impulsores de la iniciativa ciudadana que cambiรณ el modelo de Zoo, aspiran a que Susi sea trasladada a un santuario en Francia.

Pero, sobre todo, reivindican que se cumpla la ordenanza municipal de 2019, que sienta las bases para los traslados de los animales a santuarios o refugios y el dictamen de un comitรฉ cientรญfico-รฉtico sobre esa derivaciรณn. En los prรณximos dรญas registrarรกn la peticiรณn.

El trรญo de elefantas Susi, Yoyo y Bully son casi como la joya de la corona del Zoo que hace dos aรฑos y tras 127 de historia abrazรณ el animalismo. El Ayuntamiento aprobรณ un plan estratรฉgico y una ordenanza que solo permite reproducir animales en riesgo de extinciรณn y para ser reintroducidos en la naturaleza. Dicho de otro modo: son las รบltimas elefantas que tendrรก Barcelona.

Procedentes de circos y de decomisos, Alarcรณn alega que son animales ya mayores que requieren cuidados geriรกtricos y que el Zoo de Barcelona es un referente europeo en ese campo. Capturada en la naturaleza, Susi tiene unos 50 aรฑos; Yoyo llegรณ al Zoo tras un paso por un circo y un posterior decomiso โ€”sufren estereotipiasโ€” y Bully arrastra lesiones de su paso por el circo.

El artรญculo 33 de la ordenanza municipal establece que los animales en โ€œsituaciรณn รณptimaโ€ de ser reubicados en santuarios o refugios podrรกn ser trasladados y que expertos del Zoo e independientes fijarรกn protocolos. Una disposiciรณn adicional agrega que un comitรฉ cientรญfico y รฉtico emitirรก dictรกmenes sobre esas eventuales derivaciones. Los grupos animalistas registrarรกn en los prรณximos dรญas una instancia para que se haga el informe. En Change.org, se ha abierto una peticiรณn similar que ha reunido mรกs de 6.000 firmas.

El director del Zoo apunta que โ€œno ha lugarโ€ porque Susi no estรก en una situaciรณn รณptima al ser un animal mayor y que precisa cuidados. Rosi Carro, del equipo cientรญfico Zoo 21, pide antes que nada que se cumpla la ordenanza y que se escuche a los expertos, incluidos los del Zoo. Pero desliza sus โ€œdudas mรกs que razonablesโ€ de que el Zoo pueda ser el mejor lugar para las tres elefantas cuando existen santuarios en Francia, como Elephant heaven, donde los paquidermos viven en libertad. โ€œEs obvio que estarรญan mejor. Es un lugar dedicado y con personal exclusivo para ellosโ€, dice.

La emisiรณn del documental Susi, una elefanta en la habitaciรณn ha vuelto a evidenciar un choque de modelos entre el Zoo, que se reivindica como un centro de preservaciรณn de la biodiversidad, y los grupos animalistas que sostienen que los ejemplares son prisioneros de un modelo caduco y que en general les mueve el รกnimo de lucro. Alarcรณn rebate que el de Barcelona es deficitario โ€”seis millones de euros al aรฑoโ€”; que el debate es โ€œideolรณgicoโ€ y que los empleados del Zoo quieren a los animales como los que mรกs. โ€œA mรญ me molestan las mentirasโ€, dice ร“scar Quilez, uno de los cuidadores. Un compaรฑero dice que se pasรณ noches con Susi en 2010 cuando sufriรณ una crisis vรญrica.

El Zoo no elude la autocrรญtica y admite que ha mejorado las condiciones en las que vivรญa Susi en 2009 tras la campaรฑa de Libera.

Susi camina ahora sobre arena y no cemento; ha pasado de vivir en mil metros cuadrados a cinco mil; no duerme en una especie de garaje para un coche sino en un pabellรณn acristalado donde con excavadores los empleados crean para las elefantas unas especies de dunas para que reposen; disponen de una piscina y dos fangares. Y en poco tiempo su espacio crecerรก y lo compartirรกn con facรณquero y gacelas.

โ€Lo hacen [en el Zoo\] de corazรณn pero en el santuario estarรญan mucho mejorโ€, dice Carro, que apunta lo absurdo que es intentar recrear en el Zoo el desierto del Sahel. โ€œLas elefantas necesitan caminar kilรณmetros y tener la mente ocupada. Y decidirโ€. โ€œLa naturaleza es muy salvaje. No sobrevivirรญanโ€, apunta Alarcรณn, biรณlogo, que apunta que si el comitรฉ รฉtico se decantara por el traslado la รบltima palabra la tendrรญan los polรญticos. Su objetivo es guiarse por el plan estratรฉgico, que prohรญbe el sacrificio de animales, el bienestar animal y la reintroducciรณn de especies en riesgo.

El Zoo alega que no rechaza los traslados y que en dos aรฑos ha desviado a 170 individuos, entre ellos los delfines enviados a Grecia o una gorila a un Zoo de Suecia y que ha reintroducido en la naturaleza tritones en el Montseny o buitres en Bulgaria y dentro de poco otro en Cรณrcega. Con la idea de apoyar en el futuro otra campaรฑa en favor de la liberaciรณn de Susi, Carro cuestiona esas cifras. Apunta que el traslado de los delfines fue una decisiรณn polรญtica y que sigue habiendo en el Zoo reproducciones de especies no protegidas. Su diagnรณstico es que el complejo ha evolucionado gracias a su presiรณn y que gracias a ellos los sacrificios han desaparecido. Y acaba: โ€œLos problemas digestivos de Susi y los tics de las otras dos van a seguir existiendoโ€.

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