Cuando empiezan a llegar los calores, el canto del zorzal resuena en las mañanas y en las noches de verano. Este Turdus Rufiventris tiene un tono tan particular en su voz que le dio el apodo nada menos que al gran cantor de tango Carlos Gardel.
Esta ave habita en toda América y en Argentina ocupa gran parte del centro y noreste del país, sobre todo en la región centro norte de Buenos Aires. El zorzal que es silvestre se adaptó a jardines y parques.
El zorzal es tranquilo y poco sociable y se suele alimentar de lombrices e insectos que encuentra al remover hojas y ramas. El que canta y es el más conocido por los argentinos es el macho, que despliega su destreza a todo volumen.
A muchos les molesta este pájaro de la familia de los tordos por su insistente voz en un horario poco habitual. Se cree que comienza a cantar a partir de las 4:00 de la madrugada, cuando todavía no asomó el sol por el horizonte.
Este hecho no es casual ni lo hace para incomodar al resto de los mortales que aún duerme: lo hace porque es la época en que busca o llama a su pareja y así delimita el lugar donde construirá su nido y cuidará a sus pichones.
El cambio climático y el crecimiento de las ciudades han modificado este hábito. Según menciona un estudio publicado en 2007 por la “Royal Society“, el Zorzal europeo modificó los horarios en relación con los ruidos urbanos.
Las aves en general, se ven amenazadas por el tráfico de animales y por la pérdida del hábitat natural.
Un plumaje especial
El zorzal no está ajeno al crecimiento de las grandes ciudades y cambió el horario de sus trinos. Pero no ha modificado para nada su fisonomía ni la forma en que nidifica. En cuanto a su fisonomía, mide 23 centímetros. Los machos se destacan por su pico amarillo oliváceo.
Por su parte, a la hora de armar su nido lo hace sobre ramas o troncos y usa raíces, barro y fibras vegetales. Cuando pone los huevos, lo hace de a tres. Estos tienen un color verdoso con manchitas castañas y grises.
