EspaƱa: Desmantelan en Valladolid una red que organizaba peleas de gallos con apuestas ilegales

MƔs leƭdas

El cruento espectĆ”culo de las peleas de gallos hasta morir, apuestas de por medio, no es cosa del pasado ni de sĆ³rdidos tugurios de MĆ©xico. EstĆ”n tambiĆ©n en EspaƱa y se celebran todas las semanas. Si no hay mĆ”s visibilidad de estos combates sanguinarios es porque los implicados se mueven en la clandestinidad ā€“eso sĆ­, con mucha conexiĆ³n entre ellosā€“ y en naves y casas destartaladas y apartadas.

La Guardia Civil acaba de desmantelar una red, que organizaba peleas de gallo con apuestas ilegales. El resultado son once investigados, tras ser sorprendidos en plena pela de gallos, uno de cuyos corros se encontraba en Valladolid, mientras cinco mujeres huyeron en un coche con ocho gallos.

OcurriĆ³ en Tordesillas hace dos aƱos, volviĆ³ a evidenciarse el pasado aƱo en un criadero hallado en una finca semiabandonada del polĆ­gono de San CristĆ³bal de Valladolid y ahora, la carnicerĆ­a con seres vivos tenĆ­a su cita en una finca apartada de Corcos del Valle (Valladolid), a unos 28 kilĆ³metros de la capital.

El Juzgado de InstrucciĆ³n 4 de Valladolid dirige las investigaciones abiertas tras un nuevo golpe de la Guardia Civil de Valladolid contra las peleas de gallos, despuĆ©s de sorprender a un grupo de personas en una finca de Corcos celebrando apuestas en un tentadero. Los once investigados no detenidos estĆ”n acusados de un delito continuado de maltrato animal, castigado en el artĆ­culo 337.1 del CĆ³digo Penal con penas de tres meses a un aƱo de prisiĆ³n.

Salieron de estampida

La intervenciĆ³n de la BenemĆ©rita, el pasado 2 de mayo, se produjo tras el aviso de un vecino de Corcos, quien alertĆ³ de que en un terreno situado a las afueras de la localidad se habĆ­a concentrado un gran nĆŗmero de vehĆ­culos, una veintena, algo fuera de lo normal.

Los agentes del puesto de CabezĆ³n de Pisuerga desplazados se encontraron con los reunidos ya en modo de estampida. HabĆ­an olfateado que la policĆ­a los acechaba. Las escenas que se vivieron rozaron lo esperpĆ©ntico.

Unos huyeron a pie y otros cuatro fueron identificados al salir de la caseta donde supuestamente se celebraban las peleas. La operaciĆ³n de la Guardia Civil se realizĆ³ en dos momentos. Primero, con una inspecciĆ³n de la caseta para inventariar todo lo que habĆ­a en su interior y luego, con una discreta vigilancia, por si aparecĆ­an mĆ”s implicados para llevarse las aves o destruir pruebas.

El registro al interior de la nave confirmĆ³ que todo estaba preparado para los combates de gallos. Los uniformados se toparon con un tentadero para peleas de gallos con unas rudimentarias gradas de madera a su alrededor. En el ring eran visibles restos de sangre y plumas, y no les fue difĆ­cil a los agentes hacerse con varias notas manuscritas con nombre y anotaciones de importes. Incluso, sobre estos apuntes, vieron un billete de 50 euros.

ā€˜100% ganadorā€™

En el interior de otra dependencias los guardias localizaron un mueble de taquillas con veinte consignas, trece ellas numeradas. En el interior de las mismas estaban encerrados seis gallos con evidentes signos de violencia, ya que presentaban la cabeza con heridas y las patas estaban cubiertas de sangre. Otros dos mƔs se encontraban en dos cajas de esa sala. Todos los gallos presentaban la cabeza con la cretas amputada (rasgo tƭpico de los ejemplares de pelea) y los espolones afilados.

AĆŗn encontraron mĆ”s evidencias de que aquella chabola era un lugar de peleas. AsĆ­, descubrieron una bĆ”scula de precisiĆ³n, posiblemente utilizada para pesar a las aves, dos botiquines con esparadrapo, esponjas y limas, Ć©stas Ćŗltimas utilizadas habitualmente para hacer mĆ”s aguzados los espolones.

En otras dependencias hallaron trasportines para desplazar los gallos, uno de ellos bordado con la inscripciĆ³n ā€˜100 x 100 ganadorā€™. Era el destinado al gallo orgullo del clan, el invencible.

ComenzĆ³ entonces la sigilosa vigilancia de la nave y, a las 22.50 horas del 2 de mayo, vieron salir de la finca a cinco mujeres en un auto. La Guardia Civil las siguiĆ³ y, ya a la altura de la avenida de Burgos de la capital vallisoletana, las interceptĆ³. Cinco mujeres y ocho gallo. Siete gallos estaban distribuidos en dos cajas en el baĆŗl y en dos transportines. Por si eso no era suficiente, un octavo ejemplar, andaba suelto en el suelo de los asientos posteriores.

De los ocho, alguno presentaba evidentes sĆ­ntomas de haber participado en una pelea, con marcas como heridas en la cabeza y cuello, y sangre en los plumajes. Las aves fueron entregadas al Centro de RecuperaciĆ³n de Animales Silvestres, sito en la CaƱada Real.

La interceptaciĆ³n del auto en la entrada de Valladolid deparĆ³ mĆ”s sorpresas. Una de las cinco mujeres portaba en su monedero 1.750 euros, de los que no pudo explicar su procedencia. La cantidad fue intervenida e ingresada en la cuenta bancaria del Juzgado de Guardia.

Quema del tentadero

La caseta serĆ­a objeto al dĆ­a siguiente en una nueva inspecciĆ³n, en este caso realizada por el equipo Seprona de la Comandancia de Valladolid. En el lugar se encontraron un hombre y una mujer, padres del arrendador de la finca de 28 aƱos, realizando labores de limpieza en las instalaciones de la parcela. Cuando parecĆ­a que todo el material de peleas ya estaba inventariado, se toparon con mĆ”s sorpresas. Localizaron en los corrales dos gallos mĆ”s malheridos, una caja con seis cuchillas para afilar espolones y un espolĆ³n. En una riƱonera hallaron ceras, limas y esparadrapos y, junto a este envoltorio, utensilios de cura: tijeras y un balde con agua y antisĆ©ptico. TambiĆ©n una bolsita con ocho espolones-uƱas de gallo.

El matrimonio estaba quemando en una baƱera situada en el jardĆ­n maderas que correspondĆ­an con las gradas del tentadero, que ya estaba desmontado. De esta forma el Seprona acumulĆ³ la foto del dĆ­a anterior con el reƱidero en perfecto estado de revista, y la nueva, con el ring desmontado. AdemĆ”s de la acusaciĆ³n de maltrato animal, a algunos de los encartados recibieron denuncias administrativas por exceso de aforo y no portar mascarillas y por incumplir el toque de queda.

ProhibiciĆ³n

La regulaciĆ³n sobre peleas de gallos en EspaƱa es competencia de las comunidades autĆ³nomas, y en todas, incluida Castilla y LeĆ³n, su prĆ”ctica estĆ” prohibida explĆ­citamente y perseguida por vĆ­a penal. La Comunidad prohibiĆ³ las peleas hace dos dĆ©cadas. Solo es ā€˜legalā€™, con muchas restricciones, en AndalucĆ­a y Canarias, al igual que en una veintena de paĆ­ses (la mayorĆ­a de habla hispana), lo cual lastra un avance legislativo universal para la erradicaciĆ³n de estos sangrientos ā€˜espectĆ”culosā€™.

En AndalucĆ­a, la Ley 11/2003 de ProtecciĆ³n de los Animales, las prohibiĆ³ con la excepciĆ³n de las organizadas para ā€˜la selecciĆ³n de mejora de la razaā€™, para seleccionar los ejemplares de la raza andaluza denominada ā€˜Combatiente EspaƱolā€™ o ā€˜Jerezanoā€™, los cuales se exportan a HispanoamĆ©rica. La restricciĆ³n es tan exhaustiva que el Seprona directamente afirma que en la comunidad andaluza Ā«no se celebra ya ninguna lidia de gallos con cobertura legalĀ».

Siguiendo la tradiciĆ³n andaluza de no dejar morir al gallo en el reƱidero, una resoluciĆ³n de 2004 distinguiĆ³ riƱas de gallos (legales) y peleas, ilegales por ser combates a muerte. Para poder asistir a las ā€˜riƱasā€™ o ā€˜tientasā€™, en cualquier caso, se exige ser mayor de 16 aƱos y miembro de una peƱa gallĆ­stica.

En Canarias la Ley de ProtecciĆ³n de los Animales de 1991 las admite en localidades en las que se hayan celebrado desde hace dĆ©cadas. Una tradiciĆ³n que en las islas se remonta 500 aƱos atrĆ”s, hasta la propia conquista del archipiĆ©lago, segĆŗn argumentan los defensores, que sostienen que los gallos llevan la pelea en su ADN. Eso sĆ­, la Ley canaria prohibiĆ³ la utilizaciĆ³n de animales en peleas, fiestas, espectĆ”culos y otras actividades que conlleven maltrato, crueldad o sufrimientoĀ», y en todo caso con la prohibiciĆ³n de la entrada de menores de 16 aƱos y la verificaciĆ³n de que las casas de gallos tuvieran un aƱo de antigĆ¼edad antes de 1991.

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