Esponjas carnívoras y ascidias hermafroditas: los secretos de los filtradores de los océanos

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Se conoce como organismos filtradores a aquellos animales cuya estrategia de alimentación se basa en filtrar el agua mediante diferentes técnicas, capturando bien el plancton o bien los detritus. Su función ecológica es de enorme importancia, ya que renuevan de forma incesante las masas de agua y mantienen la estabilidad de las partículas que se encuentran en suspensión.

La nómina de animales filtradores es muy amplia, a pesar de que los más conocidos, sin duda, son los corales, los cuales se alimentan de partículas suspendidas en el agua, también forman parte de ella el tiburón peregrino, el tiburón ballena, los flamencos y las ballenas.

La mayoría de los organismos filtradores son invertebrados, pudiendo englobarse dentro de dos grandes grupos: pelágicos (viven en una columna de agua o asociados al fondo) y sésiles (viven anclados a la superficie y eliminan partículas en suspensión). Dentro del último grupo se encuentran las esponjas y las ascidias.

Filtradoras pero también carnívoras

Los poríferos (Porifera), conocidos popularmente como esponjas, son animales fascinantes que a primera vista parecen plantas, un error en el que cayeron mentes tan despiertas como Aristóteles o Plinio.

Pertenecen a la fauna más primitiva y sencilla que existe, carecen de cerebro, aparato digestivo y circulatorio, una fisionomía que han mantenido durante más de 500 millones de años.

Su cuerpo tiene forma de saco y está dotado de una abertura grande (ósculo), por donde sale el agua, y muchos poros, repartidos por todo su cuerpo que, a modo de microturbinas, succionan el agua y las partículas suspendidas en ellas.

Entre las partículas que pasan al interior de las esponjas pueden haber microalgas y bacterias, las cuales son fagocitadas por unas células especializadas.

Para comprender la magnitud del proceso de filtración de estos animales vayamos a un caso específico, el de las esponjas del género Leuconia. Estos seres vivos tienen, aproximadamente, diez centímetros de longitud y uno de diámetro, y se calcula que a través de sus 80.000 poros penetra el agua a unos 6 cm/min, mientras que sale por el osculum a una velocidad de 8.5 cm/seg.

El hechizo que despiertan las esporas dentro de la comunidad científica posibilitó que en el año 1995 un equipo de investigadores franceses descubriese la existencia de esponjas «carnívoras» en la costa mediterránea. Desde entonces se han descubierto decenas de especies distribuidas en diferentes regiones del globo terráqueo.

Un enorme estómago entre dos sacos

Muy parecidas a las esponjas son las ascidias o tunicados, unos organismos viscosos, habitualmente de color blanco o marronáceo, con dos pequeñas aberturas en forma de tubo, que suelen vivir en la penumbra bajo las rocas.

Al igual que sucedía con las esponjas parece que la evolución no se ha fijado en ellas y ha pasado de largo. Sin embargo, y a pesar de la simpleza extraordinaria que las caracteriza, son también grandes filtradores. En este caso su anatomía cuenta con la presencia de dos sifones, uno bucal -que absorbe el agua y otro cloacal -que la expulsa-, un elemento diferenciador con las esponjas.

Las ascidias pueden vivir de forma individual, si bien la gran mayoría forman colonias, y son hermafroditas, lo que significa que tienen ambos órganos y que la reproducción consiste, básicamente, en la liberación de óvulos y espermatozoides al océano.

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