Una especie de lagarto nativo de Florida ha mostrado cambios evolutivos en tan solo 15 años, como resultado de la presión de una especie invasora introducida desde Cuba. Según ha sido documentado, al contacto con las especies invasoras, los lagartos nativos comenzaron a posarse en los árboles más altos, y, generación tras generación, sus patas evolucionaron para ser mejores en agarrar las ramas más delgadas y suaves que encontraron más arriba.
El cambio se produjo a un ritmo asombroso: en unos meses, lagartos nativos habían empezado a trasladarse a las ramas más altas, y en el transcurso de 15 años o 20 generaciones, las almohadillas de sus dedos se habían vuelto más grande, con escalas más adhesivas en sus patas. Los lagartos nativos estudiados, conocidos como anolis Carolina o anolis verdes, son comunes en el sudeste de los EE.UU.
Las especies invasoras, anolis cubano o anolis marrón, son nativos de Cuba y las Bahamas. El anoles marrón apareció por primera vez en el sur de Florida en la década de 1950, posiblemente como polizones en los envíos agrícolas de Cuba, y desde entonces se han extendido por todo el sureste de Estados Unidos e incluso han saltado a Hawai.
Este último estudio es uno de los pocos ejemplos bien documentados de lo que los biólogos evolucionistas llaman ‘desplazamiento de caracteres,’ en el que las especies similares que compiten entre sí evolucionan diferencias para tomar ventaja de los diferentes nichos ecológicos. Un ejemplo clásico proviene de los pinzones estudiados por Charles Darwin. Dos especies de pinzones en las Islas Galápagos divergieron en la forma del pico a medida que se adaptaron a diferentes fuentes de alimento.