Instalarán en el Parque Nacional Iguazú radares de control de velocidad vehicular para evitar el atropellamiento de animales

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La decisión se debió a la muerte de una ocelote preñada que conmocionó a Misiones; anualmente en la región fallecen por accidentes unos 5000 ejemplares de distintas especies.

El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el gobierno de Misiones y la Dirección Nacional de Vialidad firmaron ayer un convenio para instalar radares en las rutas nacionales 12 y 101, por las que se accede al Parque Nacional Iguazú, el área natural protegida más visitada de la Argentina.

La medida es una respuesta a la creciente embestida de animales por parte de turistas y conductores locales imprudentes, que circulan por encima de las velocidades máximas permitidas por esas vías por las que se arriba a la ciudad de Puerto Iguazú, a la Triple Frontera (ruta 12) y al Parque Nacional Iguazú (ruta 101), donde el límite de velocidad en muchos tramos no puede superar los 30 o 50 km/h.

“No quiero quejas por las filas en la ruta por tener que transitar a 30 kilómetros por por hora”, dijo el gobernador de Misiones, Oscar Herrera Ahuad, que firmó el acuerdo con el ministro Juan Cabandié en un acto en Iguazú. Otras medidas que implementarán serán reforzar la señalización y el monitoreo permanente.

“Todo conductor debe entender que al llegar a un pueblo como Iguazú debe sacar el pie del acelerador, hay que tener respeto por la vida en general, desde una mariposa hasta los seres humanos”, señaló Herrera Ahuad, que advirtió que desde Misiones van a “ser implacables”.

“Queremos resolverlo de forma inmediata”, argumentó Cabandié. “Queremos trabajar en cuestiones fundamentales con el Parque Nacional y con Misiones, remarcando el hecho de tener con Vialidad un convenio en la instalación de radares y cartelería para reducir la velocidad de los automovilistas y cuidar la fauna del Parque Nacional y Provincial”, señaló el ministro, de quien depende la Administración de Parques Nacionales (APN).

Tragedia

Este martes pasado hubo conmoción en Misiones cuando se conoció la noticia de que un conductor imprudente, que escapó y aún no fue identificado, había atropellado el día anterior a una extraordinaria ejemplar de ocelote preñada. Desde la Fundación Güira Oga intentaron salvar a la cría, pero los tejidos estaban muy deteriorados por el impacto del automóvil y nada se pudo hacer. “Todas estas muertes se pueden evitar si los conductores fueran más despacio”, explicaron desde Güira Oga.

Un día después se conoció que otro ejemplar de ocelote fue atropellado en la zona de El Alcázar, unos 140 kilómetros de Iguazú.

Se trata de felinos que están en peligro de extinción fundamentalmente porque el avance del hombre ya no les dejó un manto de selva continua e ininterrumpida para poder subsistir en condiciones naturales.

El Parque Nacional Iguazú tiene 67.600 hectáreas de las cuales el parque propiamente dicho, con los saltos, pasarelas, paseos, áreas gastronómicas, trencito ecológico, no llega a 10.000 hectáreas. El área protegida está atravesada por estas dos rutas que son la principal amenaza a la conservación.

Los enormes esfuerzos parte de ONGs, empresas privadas, el gobierno de Misiones y Parques Nacionales se ven frustrados cada vez que un turista o conductor local demasiado ansioso por llegar rápido a las Cataratas atropella a un ejemplar como el ocelote y luego escapa.

La Fundación Vida Silvestre reveló esta semana que unos 5.000 animales mueren cada año atropellados por conductores imprudentes que van demasiado rápido, ansiosos por llegar a sus destinos, por estas dos rutas que literalmente “cortan” el manto de selva y constituyen el principal peligro para los animales.

El problema aumenta en forma directamente proporcional a los récords que bate el Parque Nacional Iguazú que, en 2018, alcanzó la cifra histórica de 1.522.000 visitantes y, en 2019, la superó con 1.635.000.

Después vino la pandemia y el cierre total del Parque Nacional Iguazú que duró más de un año por la férrea negativa las autoridades sanitarias de Misiones a reabrir prematuramente por el avance del Covid-19.

En ese período los animales anduvieron a sus anchas por el Parque Nacional Iguazú con una presencia mínima del hombre. Incluso hubo varias capturas de imágenes de yaguaretés que deambulaban por las pasarelas y paseos.

La ciudad de Iguazú, donde el turismo es la principal fuente de trabajo, padeció como ninguna las restricciones impuestas por la pandemia y ahora busca recuperar el tiempo perdido. Se estima que para 2023 o 2024 se alcanzarán los niveles de visitantes previos a la emergencia sanitaria, apuntalados por un tipo de cambio que potencia la llegada de visitantes a Iguazú.

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