Las autoridades islandesas han decidido reanudar el mes que viene la caza comercial de ballenas, lo que implicará este verano una matanza de más de 184 ballenas de aleta, especie en peligro de extinción, para abastecer el emergente mercado japonés.
Kristjan Loftsson, un empresario multimillonario que posee dos barcos balleneros que datan de la década de 1950, aseguró que sus embarcaciones saldrán a alta mar nuevamente a partir del próximo mes, tras levantarse la veda.
Gran parte de la carne de estos cetáceos (el segundo animal más grande existente del planeta, solo superado por la ballena azul), se enviarían a Japón; una pequeña parte será destinada al consumo humano, mientras que la mayoría se convertirá en ‘aperitivos’ para ‘perros de lujo’.
Esta decisión será un motivo más para el enfado de los ambientalistas hacia la isla escandinava, que vuelve a desafiar la veda global de las especies de grandes ballenas acordada por los miembros de la Comisión Ballenera Internacional, explica el medio.