Japón quiere reanudar caza comercial de ballenas y desafía al fallo de La Haya

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El fallo fue irrevocable. El 31 de marzo pasado, la Corte Internacional de Justicia de La Haya prohibió a Japón la caza de ballenas en el Océano Antártico, en el marco de una demanda presentada por Australia en 2010. El dictamen, por 12 votos contra cuatro, se transformó en una dura derrota para las autoridades niponas, que llevaban años capturando ballenas con el argumento de “fines científicos”. Pero ahora, Tokio ha vuelto a defender la pesca de este animal e incluso el primer ministro Shinzo Abe dijo ayer que “aumentará los esfuerzos” para reanudar la caza comercial de cetáceos.

 
Durante una intervención ante el Comité de Finanzas de la Cámara Alta y justo cuando se informó que la economía del país creció en un inesperado 6,7% en el primer trimestre, Abe habló sobre la necesidad de “llevar a cabo la investigación científica indispensable” respecto de las ballenas. Ello, para “lograr el entendimiento de la comunidad internacional”.
 
El líder japonés lamentó que otras naciones “no puedan entender una parte de la cultura japonesa”, en un claro desafío a la comunidad internacional y al fallo de La Haya. En ese sentido, insistió en el “respeto” y el “aprecio” que tienen hacia las ballenas las localidades japonesas que practican la pesca tradicional, según consignó la cadena británica BBC.
 
Japón consideraba que la caza de ballenas tenía fines científicos, de acuerdo con su Segundo Programa de Investigación sobre Ballenas en el Antártico (Jarpa II). Pero La Haya dictaminó que los permisos concedidos a Japón para matar, capturar y comerciar con ballenas en el marco del acuerdo Jarpa II no tenía esos fines. De todos modos, el fallo no afectó al otro programa científico japonés en el Pacífico Norte ni las capturas con fines comerciales que Tokio realiza frente a sus costas.
 
Tras el dictamen de La Haya, Japón canceló su programa ballenero en la Antártida y decidió reducir su cuota de capturas en Pacífico norte a 210, 170 menos que en la temporada anterior.
 
Por eso, el Ministerio de Agricultura y Pesca anunció su intención de “rediseñar” el programa científico de pesca de ballenas en la Antártida para 2015.
 
La caza de ballenas con fines comerciales fue prohibida en el mundo en 1982. Pero Islandia, Japón y Noruega continuaron con la caza a “pequeña escala”. Ello, pese a que Tokio firmó en 1986 una moratoria sobre la caza de ballenas. Entre 1987 y 2009, Japón capturó más de 10 mil ballenas. Los defensores de estos mamíferos estiman que muchas ballenas están en peligro de extinción y que el gran problema es que esta especie produce apenas una cría cada uno o dos años.
 
Sin embargo, ha existido una recuperación del número de ballenas a nivel mundial. “Anualmente, la población de ballenas está creciendo de un 3% a un 4% en el mundo”, informó en 2013 Miguel Iñiguez, miembro del comité científico de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), quien advirtió, sin embargo, que “la mayoría de las especies de ballenas se encuentran amena- zadas”.
 
El anuncio de Abe coincide con la “semana de la ballena” en Japón, que tiene como objetivo promover el consumo de este tipo de carne. Si bien la población de mayor edad acostumbra a consumir carne de ballena, el 37% (la mitad menor de 40 años) reconoció en una encuesta que no la había probado. Y el 60% de los japoneses cree que su país debe seguir con la caza, pese al dictamen de La Haya.
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