La pasiĆ³n milenaria de Medio Oriente por las palomas

MƔs leƭdas

Desde lo alto de su palomar de madera con vistas a las majestuosas pirƔmides de Giza, Abdel Rahman Gamal hace girar en el aire, al ritmo de sus silbidos, una veintena de palomas, en un cielo enrojecido por la puesta de sol.

Criar palomas es “un buen pasatiempo (…) que te mantiene ocupado cuando estĆ”s en casa y te impide dedicarte a hacer tonterĆ­as”, asegura el treintaƱero que descubriĆ³ esta actividad de ocio a los seis aƱos gracias a su abuelo y a su tĆ­o.

Con su hermano Omar, de 28 aƱos, entrena a unos 40 pƔjaros en el tejado de su casa, en el barrio de Nazlet al Seman, cerca de El Cairo.

La colombofilia existe “desde la Ć©poca faraĆ³nica” en Egipto, con “palomas talladas en las paredes de los templos”, cuenta Ahmed Jalifa, presidente de la UniĆ³n Egipcia de Palomas mensajeras.

Esta tradiciĆ³n esencialmente masculina se ha arraigado en otros lugares del norte de Ɓfrica y de Oriente Medio, donde se crĆ­an palomas para carreras, juegos o con fines culinarios.

En una regiĆ³n atormentada por los conflictos y la pandemia de covid-19, la colombofilia sigue siendo popular.

En Siria diez aƱos de guerra y la crisis econĆ³mica han obligado a muchos criadores a vender las aves, pero persiste en los campamentos de desplazados de Idleb (noreste del paĆ­s), donde se organizan mercados.

Las carreras de palomas tambiƩn continuaron en Yemen a pesar de la guerra que devasta el paƭs desde 2014.

Y en Irak los “matyarchis” (criadores), considerados durante mucho tiempo inmorales y poco fiables, se han ganado la simpatĆ­a de la sociedad que desde hace unos aƱos lo ve con buenos ojos.

En esta parte del mundo las palomas de carrera (las mĆ”s rĆ”pidas alcanzan los 100 km/h) valen entre unas decenas y miles de dĆ³lares. Hace unos aƱos una venta iraquĆ­ llegĆ³ a 180.000 dĆ³lares (150.000 euros).

En Egipto, cientos o incluso miles de aves participan en estas carreras. La UniĆ³n Nacional organiza dos por aƱo, desde El Cairo hasta Sollum (noroeste, 600 km) y AsuĆ”n (sur, 700 km).

Pero las mĆ”s populares son las informales con premios de hasta 2,5 millones de libras egipcias (unos 130.000 euros, 154.000 dĆ³lares), explica Jalifa.

En Marruecos, las carreras vivieron un tiempo muerto por la pandemia.
Pero “esperamos recuperarlo este aƱo, (y) ya se han disputado varias carreras”, explica Salah Edin Janus, vicepresidente de la FederaciĆ³n de Colombofilia de Gran Casablanca.

TambiĆ©n hay competiciones de palomas en Egipto, especialmente en zonas pobres, donde se ven palomares de colores llamativos (“gheya” en egipcio) en lo alto de edificios grisĆ”ceos.

Las sueltas diarias son como un juego: los criadores lanzan las palomas con la esperanza de que atraigan a otras a su palomar.

“Si una paloma extranjera se posa en mi casa, me pertenece”, explica Abdel Rahman.

El adversario intenta entonces recuperar el pĆ”jaro durante los prĆ³ximos juegos o paga un rescate, precisa el treintaƱero que ha dotado a sus animales de “anillos” con sus fechas de nacimiento y datos de contacto.

Los precios de estas palomas son muy inferiores a las de las carreras pero se fijan siguiendo criterios similares (raza, color del plumaje o resistencia), asegura Gamal, quien pagĆ³ entre 20 y 1.000 libras egipcias (entre 1 y 50 euros, hasta 60 dĆ³lares) por cada una.

Estas “guerras de palomas” tambiĆ©n revolucionan el cielo al atardecer en LĆ­bano, cuya capital se siente orgullosa de su roca “RaouchĆ©” (la “Cueva de las palomas”), una atracciĆ³n emblemĆ”tica.

La paloma tambiĆ©n es apreciada por su carne. Hay recetas ancestrales desde Marruecos hasta el Golfo, pasando por Egipto, donde se aprecia mucho el “hamĆ¢m mahchi” – pichĆ³n relleno de arroz o trigo – sobre todo por sus supuestas propiedades afrodisĆ­acas.

“Los egipcios tienen la antigua creencia de que la paloma da vigor al novio en la noche de bodas”, cuenta Jaled Ali, gerente del restaurante Farahat, en un barrio del oeste de El Cairo.

Su establecimiento puede llegar a servir cientos de palomas al dĆ­a, especialmente a los reciĆ©n casados, segĆŗn su dueƱo. Pero a 70 libras la pieza, sigue siendo caro “para quienes no tienen medios”.

De visita en El Cairo, el jordano Bashar Malkaui se deleitĆ³. “Si quieres abrazar El Cairo de la mejor manera hay que comer paloma rellena”, afirma este estudiante de medicina.

Omar Gamal considera sacrĆ­lega esta prĆ”ctica, por mucho que las aves provengan de una granja destinada al consumo. “Alguien que ama a las palomas no puede apreciar el sabor”.

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