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Los koalas están en postes, carreteras y escuelas por la pérdida de su hábitat

los koalas

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Uno era un koala. El otro era un husky. Ambos estaban fuera de lugar en una cálida noche de agosto en la subtropical Brisbane, la capital de Queensland, en el noreste de Australia.

Un video de seguridad doméstica captó el momento en que se miraron en un patio trasero suburbano rodeado por una alta valla metálica.

Con profundos gruñidos, el koala avanzó hacia el perro que se retiraba, pareciendo por un momento el agresor en un encuentro que suele acabar con un marsupial muerto. Pero esta vez no.

Desde la calle, la vecina Sophia Windsor oyó gruñidos y ladridos y corrió al patio trasero para ver cómo el perro sacudía al koala por el vientre y éste lo agarraba por el cuello.

“Ni siquiera estaba pensando y me limité a quitarle el koala de encima al pobre perro, que estaba chillando, y luego lo envolví y salí corriendo a la entrada, donde me esperaba mi hija”, cuenta Windsor.

Los koalas son muy difíciles de ver de noche. Su pelaje gris se confunde con el asfalto en las carreteras poco iluminadas, y se mueven con aparente rapidez para ser un marsupial al que a menudo se ve comiendo lánguidamente hojas en lo alto de los árboles.

Pero para ser una especie en peligro de extinción cuyas cifras de población se consideran poco fiables debido a su naturaleza escurridiza, los avistamientos de koalas son cada vez más frecuentes durante la época de cría en algunas zonas de Brisbane y sus alrededores. Y no solo en los árboles.

De día y de noche, se les ve cerca de carreteras concurridas, en vallas, en postes eléctricos, en patios traseros, cerca de piscinas, en colegios… lugares en los que no están seguros.

Algunos están en el suelo, atropellados por coches o atacados por perros. Otros están claramente enfermos, con los ojos y la cola sucios, signos reveladores de la clamidia, una enfermedad infecciosa que se propaga rápidamente en poblaciones estresadas. Y los koalas de Queensland están estresados.

Los expertos creen que las disminución en las poblaciones de Koalas que llevaron a que fueran catalogados en peligro en 2022 no se han revertido.

Y algunos temen que para cuando Brisbane acoja los Juegos Olímpicos en 2032, los únicos koalas que queden en la “capital mundial del koala” estén en bosques a las afueras de la ciudad.

Rescatado dos veces en 24 horas

Después de agarrar al koala del perro, Windsor se quedó de pie con el marsupial herido bajo un brazo y buscó desesperadamente su teléfono para pedir ayuda.

“Estaba a tope de adrenalina. Me detuve mientras lo hacía y pensé: ‘Dios mío. Son muy suaves y mimosos, como un oso de peluche de verdad”. Y eso fue mientras me mordía la mano”.

“Tienen una mordida muy, muy fuerte”.

Llamó a un amigo, que llamó a John Knights, un veterano rescatador de koalas del Reino Unido que ha capturado más koalas salvajes que la mayoría de los australianos en toda su vida.

Knights, de 74 años, atiende llamadas las 24 horas del día, subido a un vehículo utilitario cargado de parafernalia hecha a medida para la captura de koalas: trampas, jaulas, señales de advertencia, postes, redes e innumerables herramientas.

En dos meses ha respondido a más de 100 emergencias -el doble que el año pasado-, lo que atribuye a dos fuertes temporadas de lluvias que han provocado un boom de koalas en los suburbios del sur de Brisbane.

Knights dice que no está seguro de cuánto tiempo más podrá seguir haciendo esto: su pensión no cubre el alquiler y nadie paga por este servicio.

Sin embargo, antes de que tuviera tiempo de responder a los gritos de socorro de Windsor, se dirigió a un árbol cercano y liberó al koala. Gran error.

Los koalas tienen cerebros pequeños que no soportan bien que los sacudan.

A Knights le preocupaba que el koala, con la adrenalina por las nubes, después de trepar 20 metros por un árbol, pudiera deteriorarse lentamente y morir en la rama o ser atacado de nuevo al bajar.

Así que se llamó a un escalador experto para que lo cogiera, pero el rescate tendría que esperar a la mañana siguiente.

Murray Chambers estaba de pie en la calle, cerca del tráfico que pasaba, observando los retos que tenía por delante.

“Todo”, se rió nerviosamente. “Hay tendidos eléctricos, lo que es un obstáculo para empezar. Los árboles están entrelazados, así que puede saltar de un árbol a otro”. ¿Y la altura? “Ha estado más alto que eso”, dijo.

Chambers, de Koala Rescue Queensland, lleva 20 años subiéndose a los árboles para capturar koalas.

Ahora recibe menos llamadas a la semana: a veces cinco, a veces ninguna.

“Los estamos perdiendo, así que hay menos casos”, dijo.

Al poco rato, Chambers subió al árbol y, tras varios minutos de silencio por parte de los curiosos, atrapó al koala con una red cuando intentaba saltar entre las ramas.

Cada koala transportado al Hospital de Fauna Salvaje de la RSPCA para obtener ayuda médica recibe un nombre y una etiqueta numerada. Al koala salvaje de Windsor, que se mordía los dedos, se le asignó el número 1561 y se le llamó “Trent”, por una calle cercana.

Knights no recomienda a la gente que intente atrapar a un koala.

Como descubrió Windsor, tienen una mordedura temible y garras afiladas que pueden desgarrar la piel con facilidad.

Esfuerzos nacionales de rescate en marcha

Los koalas viven principalmente en la costa oriental de Australia, y están en peligro de extinción en Nueva Gales del Sur y el Territorio de la Capital Australiana, así como en Queensland.

En 2022 se puso en marcha un plan nacional de recuperación de 10 años para detener el declive de su población y mejorar el tamaño, la calidad y la conectividad del hábitat del koala en las zonas incluidas en la lista.

Se han gastado millones de dólares en restaurar el hábitat del koala, pero dos años después, las poblaciones incluidas siguen disminuyendo y las perspectivas de supervivencia a largo plazo de los koalas salvajes siguen siendo “escasas”, según el informe anual publicado en mayo.

Según un portavoz del Departamento de Medio Ambiente, Ciencia e Innovación (DESI), el Gobierno de Queensland ya había aplicado lo que denomina “las protecciones del hábitat del koala más estrictas jamás vistas” en el estado, con algunos resultados.

Las poblaciones de koalas se han estabilizado en los bosques de las afueras de las ciudades, pero no en las zonas urbanas y semirurales debido a “la actividad humana y los perros domésticos”, afirma el portavoz en un comunicado.

En los últimos seis años, los dos hospitales para animales salvajes de la RSPCA en el sureste de Queensland han tratado a más de 5.000 koalas enfermos y heridos.

Con una tasa de eutanasia del 66%, la mayoría no sobreviven.

El veterinario Tim Portas afirma que los animales son sacrificados si es improbable que se recuperen lo suficiente como para sobrevivir por sí solos en la naturaleza.

“Creo que dentro de 20 o 30 años, si las cosas no cambian, habrán desaparecido en el sureste de Queensland”, afirma Portas.

“A menudo pienso: ‘¿Estoy aquí sentado, viendo filtrarse a los últimos koalas de Queensland, mientras trabajo con ellos?”.

Los koalas de Queensland, una de las tres subespecies, son más pequeños y grises que sus primos del sur, y son los que suelen aparecer en fotos con famosos y dignatarios extranjeros.

Pérdida de hábitats

Como parte del plan nacional de recuperación, el Gobierno federal destinó US$ 76 millones australianos (US$ 52 millones) al fondo para Salvar a los Koalas durante cuatro años para “apoyar la recuperación y conservación a largo plazo del koala y sus hábitats”.

El Gobierno de Queensland añadió otros US$ 31 millones australianos (US$ 21 millones) para la conservación del koala en su último presupuesto, y afirma que, de las más de 714.000 hectáreas de hábitat del koala cartografiadas en el sureste, aproximadamente la mitad están exentas de cualquier tipo de desarrollo.

Además, el Estado se ha fijado “el ambicioso objetivo de iniciar la rehabilitación para restaurar 10.000 hectáreas de hábitat de koalas en el sureste de Queensland antes de 2025”, afirma el portavoz en el comunicado.

Pero los conservacionistas afirman que no es ni mucho menos lo bastante ambicioso, dada la magnitud de la deforestación que se está produciendo en otros lugares.

“Es una ambición increíblemente baja y lamentablemente inadecuada”, afirmó Natalie Frost, del Consejo de Conservación de Queensland.

En Queensland, se talaron más de 320.000 hectáreas de “vegetación leñosa” durante el ejercicio 2021-22, según cifras del gobierno.

De esa cifra, el 88% se taló para pastos, sobre todo para el pastoreo de ganado, mientras que el 1% se destinó al desarrollo.

Greenpeace afirmó que la mayor parte de la tala no requería permiso alguno.

“Lo que sabemos por los datos de deforestación de Queensland es que, cada año, entre el 70% y el 80% de toda la deforestación no requiere aprobación ni supervisión a nivel estatal. Además, la mayor parte de la deforestación nunca se envía al Gobierno federal para su aprobación”, declaró Gemma Plesman, responsable de campañas de Greenpeace Australia Pacífico.

“A los australianos les horrorizaría saber que estamos arrasando el hábitat del koala al ritmo que lo estamos haciendo”.

La mayor parte de la tala se llevó a cabo en el cinturón de Brigalow, al norte de Brisbane, y en las tierras de Mulga, al suroeste, zonas donde se estima que hay más koalas del estado, según el consejo de conservación de 2022.

El cambio climático también está haciendo que las zonas del interior del estado sean más secas y calurosas, agotando los nutrientes de las hojas de los que dependen los koalas para sobrevivir.

“Muchos de los modelos de población sugieren que los koalas se desplazarán hacia el este y el sur… a lo largo de la costa este, donde la presión del desarrollo urbano es cada vez mayor”, explica Frost.

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