Una británica propietaria de una alpaca de seis años llamada Gerónimo, condenada tras haber dado positivo en la prueba de la tuberculosis bovina, recibió el apoyo de decenas de miles de personas para oponerse al sacrificio de su animal.
Una petición en línea para “salvar a Gerónimo”, cuyo destino hace correr ríos de tinta desde hace varios días, había recogido el viernes más de 81.000 firmas.
En el momento de su importación desde su Nueva Zelanda natal, hace cuatro años, el camélido fue sometido a cuatro pruebas cutáneas que resultaron negativas.
Sin embargo, en el Reino Unido se le hicieron dos análisis de sangre y una prueba cutánea, todos ellos positivos, lo que llevó a las autoridades a ordenar el sacrificio del animal.
Aunque el ministro de Medio Ambiente George Eustice destacó el jueves la alta fiabilidad de las pruebas realizadas, no convenció a su propietaria Helen Macdonalds, criadora en Gloucestershire (suroeste de Inglaterra), que lo acusa de “mentiras” y de querer “matar a un animal sano”.
Según ella, “desde 2016 se sabe que estas pruebas producen falsos positivos si se administra a una alpaca más de dos inyecciones de tuberculina en 12 meses”.
El caso adquirió tal magnitud que llegó hasta Downing Street, que se negó a conceder un aplazamiento a Gerónimo.
“Sabemos hasta qué punto la pérdida de animales a causa de la tuberculosis bovina es perturbadora para los ganaderos”, declaró el viernes la portavoz del primer ministro Boris Johnson, pero “el ministro de Medio Ambiente examinó este asunto muy atentamente y confirmó todos los elementos con expertos veterinarios”, prosiguió.
“Por desgracia, Gerónimo ha dado positivo dos veces utilizando pruebas altamente específicas, fiables y validadas”, afirmó.
Según el ministerio de Medio Ambiente, estas pruebas tienen 0,36% de probabilidades de producir un falso positivo.
Pero su propietaria no se rinde: “No la tiene (la tuberculosis bovina), y lo triste es que no se darán cuenta hasta que esté muerta”.